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BAJO FUEGO

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Política
Octubre 03, 2016 07:53 hrs.
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José Antonio Rivera Rosales › codice21.com.mx

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Desde ya, los partidos políticos hacen aprestos para lanzar su respectiva ofensiva electoral con el fin de, para la próxima contienda de 2018, apropiarse de la joya de la corona que es Acapulco.

Aún no se cumplía el primer aniversario del mandato de los alcaldes en los 81 municipios cuando las dirigencias partidarias comenzaron a mover sus piezas de ajedrez con el fin de colocar a sus operadores más calificados en los puestos clave. De ese tamaño es la preocupación de los partidos políticos para acceder al poder, especialmente en el caso de Acapulco.

Sin embargo, a diferencia de todos los comicios anteriores, en esta ocasión se perfila una mayor participación de los diferentes estratos de una sociedad que, según todos los indicios, arribó a niveles insoportables de hartazgo y rechazo de la conducta viciada de los partidos políticos, que una y otra vez han defraudado a la población.

Es claro que, nunca como ahora, los sectores populares participarán activamente en un proceso electoral que se vislumbra de pronóstico reservado, dada la impudicia de las dirigencias partidarias que se muestran como lo que son: mercaderes de la voluntad popular.

En el tricolor la designación de Fermín Alvarado Arroyo no parece responder a los intereses del grupo añorvista, como algunos inferían, sino más bien a un interés más institucional por arrebatar la alcaldía más importante del estado de Guerrero al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Ese interés parece tener su origen en las decisiones del propio gobernador Héctor Astudillo.

Algunos intuían que Alvarado Arroyo simplemente trabajaría para instalar en la candidatura a Julieta Fernández, pero no parece ser así. Hasta el momento no existe en el horizonte un perfil idóneo para la candidatura tricolor, más que el propio Fermín Alvarado, quien cuenta con toda las tablas para alcanzar un objetivo de esa naturaleza, que ha sido su aspiración de toda la vida.

En el PRD la lógica indica que Evodio Velázquez tendría interés en repetir en el cargo dadas las responsabilidades que le ha tocado enfrentar, que necesitarán de un periodo de gracia para ofrecer resultados. Sin embargo, difícilmente lo dejarán reelegirse sus propios compañeros de partido.

Más bien, la dirigencia perredista parece estar en la lógica de las alianzas, necesarias para estar en condiciones de conservar la Presidencia Municipal de Acapulco, tan codiciada por todos, aunque en el camino parece que se encontrarán con las aspiraciones de Ángel Aguirre junior, quien busca desesperadamente un asidero para regresar a la arena partidaria.

En Movimiento Ciudadano (PMC), como ya se sabe, las decisiones recaen en una convención de un solo hombre, Luis Walton, quien con seguridad instalará en la candidatura a Ricardo Mejía Berdeja, su combativo alfil, que en su encomienda topará con el artículo 98 de la Constitución Política del Estado de Guerrero.

La decisión de los panistas no tendrá mayor trascendencia pues parecen no contar con candidatos con un perfil suficiente para competir por la alcaldía de Acapulco, de modo que sólo les queda sumarse a una eventual alianza electoral en la que puedan pescar a río revuelto.

Es en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), donde las cosas evolucionaron en términos espectaculares, con todo y el perfil controversial de su dirigente Andrés Manuel López Obrador, quien viene con todo por Acapulco.

Con un perfil social que lo define como un partido político de los pobres y para los pobres -aunque ello no impide a AMLO coquetear con las élites-, Morena ha tenido un crecimiento singular en sus dos años de existencia.

En 2015 ese partido político de izquierda ganó 18 de las 40 diputaciones locales de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ahora de la ciudad de México), así como 5 de las 18 delegaciones administrativas, entre ellas la céntrica y populosa Delegación Cuauhtémoc.

En las pasadas elecciones de junio la votación de Morena alcanzó el segundo lugar en Oaxaca y Zacatecas, así como el tercer lugar en Veracruz, donde antes no tenía presencia electoral. Su votación en la ciudad de México superó en cuantía inclusive a la del PRD.

La presencia de Morena, pues, ha tenido un incremento exponencial en apenas dos años, lo que amenaza la existencia misma del PRD, por lo cual se le considera como el partido de izquierda con el mejor desempeño en México.

Revelaciones confiables apuntan a que López Obrador buscará arrebatar al PRD la alcaldía del puerto de Acapulco, donde piensa enviar a algunos de sus mejores cuadros con un candidato cuya característica fundamental radica en su origen: deberá surgir de las filas de la sociedad, no de los partidos políticos.

Será, pues, un candidato eminentemente ciudadano quien enarbolará las banderas de Morena para ofrecer a la sociedad porteña precisamente eso: soluciones que emanen de la comunidad.

Así las cosas, la disputa por Acapulco se centrará entre dos partidos: el PRI y Morena, que además portará tras de sí a la sociedad misma tanto como a un amplio sector de la izquierda social. ¿Alguien duda sobre cuál será el resultado?

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