La villa Exekatlkalli o La casa de los Vientos, es una lujosa mansión que conserva en sus paredes, exclusivas obras de arte realizadas por el famoso muralista mexicano, Diego Rivera.
Con sus más de dos mil 760 metros cuadrados de jardines y 553 metros cuadrados de construcción, la vivienda cuenta con cuatro dormitorios, con sus respectivos cuartos de baño, así como una amplia terraza con vistas al océano Pacífico y espectaculares terrazas a la bahía de Acapulco, así como también los últimos 5 murales creados por el eximio artista mexicano. Fue construida en 1943 y adquirida por la coleccionista de arte Dolores Olmedo Patiño, cinco años después
En esta lujosa mansión que la señora Olmedo, quien fue amiga y musa del artista tenía como su residencia de verano, lo acogió, a su regreso de Rusia en 1955, -país donde había estado recibiendo tratamientos de ’radioterapia de cobalto- lo más avanzado tecnológicamente en ese tiempo, para combatir el cáncer que padecía el artista. Y fue aquí donde el famoso muralista vivió durante 18 meses de su fructífera vida: Desde 1955, hasta su fallecimiento, en 1957.
Ubicada cerca de la cima del acantilado de ’la Quebrada’ con panoramas totales de mar. La casa ofreció vistas impresionantes al maestro Rivera, quien por las tardes presenciaba el espectáculo de ’los clavadistas’ y las más extraordinarias puestas de sol, con una explosión de colores, que bien supieron motivar la mente del artista.
El genio de Rivera, capturó los cambiantes matices de retirada de la luz del día, en una serie de 25 pinturas del atardecer. Y fue aquí donde Rivera, produjo los más coloridos e inspirados trabajos de mosaico de su larga carrera.
Quienes están familiarizados con la obra del maestro Rivera, probablemente saben mucho y conocen de sus murales épicos dentro del Palacio Nacional de la Ciudad de México, pero muy poco quizá de sus mosaicos de Acapulco. Los que se mantuvieron perennes pese al envejecimiento y al abandono, en la llamada "Casa de los vientos" por los herederos desde la muerte de Olmedo en 2002.
Aunque esta suntuosa casa, mantenía pequeñas cicatrices en las paredes de estuco blanco que rodea la propiedad, hechas a lo largo de su historia, y resultado del paso del tiempo en sus 70 años, ni la vida, ni las circunstancias pudieron acabar con los murales.
Ahora la casa que le abrió las puertas a personajes como Helen Hayes, Carlos Pellicer, Juan Soriano, Miguel Alemán Valdés, Adolfo López Mateos, entre muchos otros, fue comprada por el pasado gobierno del estado de guerrero a los herederos y fue convertida desde el 2013 en un Centro Cultural para todos los acapulqueños.