La Hoguera
Emmanuel Ameth
La lucha por el control político de Hidalgo nuevamente ha rebasado toda línea moral entre los partidos y es marcada por el asesinato de otro familiar del líder del Grupo Universidad y presidente del patronato de la UAEH, Gerardo Sosa Castelán, mismo que se apropió de Morena en Hidalgo.
En febrero pasado, durante un periodo álgido de enfrentamientos entre el ejecutivo y el legislativo estatal ejecutaron a Gerardo Sosa Cravioto, hijo del referido.
Si bien hubo diversas líneas de investigación lo cierto es que no se tienen culpables de manera oficial, aunque en la memoria colectiva la misma es atribuida a los grupos de poder que se han apoderado de Hidalgo por décadas.
La tesis goza de mayor credibilidad cuando el viernes pasado Francisco Marroquín Sosa también fue ultimado a balazos por un comando armado, mismo modus operandi que habría acabado con la vida del hijo de Sosa Castelán. El empresario asesinado también tenía una relación sanguínea con el líder del Grupo Universidad pues era su primo.
Se atribuye que las represalias provienen de los grupos caciquiles que se niegan a entregar el poder a Morena, pues la percepción es que no quieren renunciar a sus privilegios.
Lo plausible de dicha versión y que deja de lado otros asuntos personales es que si los Sosa Castelán tenían rencillas pasadas con diversos grupos ¿por qué no fueron atacados antes? ¿por qué esperar a que hubiera diferencias ente los grupos políticos para manifestarse cuando es precisamente el momento que más existen reflectores?
Llevar la política al terreno personal y extender las represalias hasta familiares para quitarles la vida, solamente es propio de los hijos de puta.