Tepozotlán tierra Otomí, proviene de una palabra de origen náhuatl que significa "entre jorobados", al ubicarse frente a elevadas montañas que semejan jorobas. Es un Pueblo Mágico localizado en el estado de México. Una población hermoso, abundante y cálido, que nos recibió a pleno sol, con sus dulces, su gastronomía y sus edificios coloniales esplendorosos y magníficos: El Museo Nacional del Virreinato, o lo que fuera el Colegio Jesuita de San Martín y San Francisco Javier, construido entre los siglos XVII y XVIII, por miembros de la Compañía de Jesús, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, así como el templo de San Pedro Apóstol, su Santo Patrono. En 1580, Tepotzotlán fue cedido a los jesuitas para su evangelización.
Parte del encanto de ese Pueblo Mágico es el Museo del Virreinato que resguarda alrededor de 15 mil piezas importantes, y valiosas colecciones de objetos relacionados con la historia colonial del país. Conserva una muestra de veinte pinturas del artista novohispano Cristóbal de Villalpando, así como creaciones de Juan Correa, Martín de Vos y Miguel Cabrera. Alberga también, objetos de arte sacro y civil tallados en madera, cera y pasta de caña de maíz. Guarda una colección de utensilios de plata, imágenes en marfil, cerámicas, armaduras, arte plumario, textiles, armas, muebles y una vasta biblioteca.
Sus calles conducen al centro; a un abigarrado mercado, con barbacoa de borrego, tlacoyos, quesadillas de masa morada rellenas de huitlacoche, requesón, chicarrón, quesillo u hongos, también menudo, y unos chiles rellenos para el buen comer. Junto a su enorme plaza circundada de amplios portales, lucen, restaurantes y tiendas de artesanías, y cerca, las joyas del arte novohispano; los antiguos colegios jesuitas de San Martín y San Francisco Javier, con su estilo barroco churrigueresco. Tepozotlán se ubica a unos cuantos kilómetros de la Ciudad de México, y se distingue por ser un sitio tranquilo, que aún guarda los aires de provincia.