Recuerdos que se quedan grabados en la mente,
Obedeciendo a veces al timbre de su voz,
Sus palabras tan suaves me suenan diferentes…
Así es como seguro suena la voz de Dios.
Con su bella mirada, ella siempre me cuida,
Acaricia mis sueños, mi silencio y mi ser,
Reanimando mis días cuando todo se olvida,
Mejorando las cosas que pensaba perdidas,
O tomando mi brazo si no encuentro medida,
No olvidándose nunca que es la luz de mi vida,
Alma pura que el Cielo convirtiera en mujer.