Acapulco de mis amores 2

BAJO FUEGO

BAJO FUEGO
Política
Julio 09, 2019 08:01 hrs.
Política ›
José Antonio Rivera Rosales › codice21.com.mx

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Desde la noche misma del triunfo de Morena, el primero de julio del año pasado, su abanderada Adela Román Ocampo se comprometió a pacificar Acapulco, promesa que a casi un año de gestión de ningún modo ha podido cumplir.

En su descargo habrá que mencionar que desde el año pasado la violencia criminal que se enseñorea en el municipio -tanto como en Chilpancingo y Chilapa- adquirió dotes de mayor complejidad que se sintetizan en una suerte de interpolación, si se puede definir de esa manera, de algunos sectores populares que se han visto beneficiados con los negocios ilegales del crimen organizado.

Es decir, algunos grupos de la criminalidad ya forman parte de la economía subterránea e informal de la que subsisten estratos determinados de la comunidad, que han visto en la ilegalidad la única salida a la crisis económica que las agobia.

Este involucramiento popular ha dificultado la identificación de las células delincuenciales que se multiplican sin control a los largo de los polígonos de pobreza del puerto de Acapulco.

En una entrega de noviembre del año pasado, cuando Adela Román ya había asumido su responsabilidad oficial (Bajo Fuego 267), advertíamos que ’la violencia criminal que mantiene aterrorizada a la población porteña parece haber dado un salto evolutivo hacia una nueva faceta que tiene mucho parecido con el terrorismo, y que debiera ser tratado como tal.

’Lo que hemos visto en últimas fechas pareciera un mayor envilecimiento -si es que esto es posible- de las tácticas de los grupos criminales que, a pesar de los esfuerzos de las autoridades, mantienen colapsada la economía del puerto de Acapulco además del obvio terror que han inferido en la comunidad acapulqueña’.
Lamentablemente los hechos recientes nos han demostrado que, en lugar de disminuir, los grupos criminales tienden a fortalecerse en perjuicio de la población del puerto de Acapulco.

En la entrega número 267 hacíamos una pequeña reseña de la evolución de las bandas criminales desde que en septiembre de 2010 la matanza de un grupo de 21 turistas michoacanos, confundidos con un grupo rival, provocó la ruptura entre los narcos foráneos y locales. En particular estos últimos se organizaron en el llamado Cartel Independiente de Acapulco (CIDA), lo que devino en una brutal guerra de bandas que se extendió, con toda su ferocidad y crueldad, durante todo el 2011.

Asistimos ahora a la ruptura de los grupos que dieron origen al CIDA, varios de los cuales ahora pelean entre sí, generando la percepción de violencia desbordada que todos conocemos.

Esa percepción, por desgracia, se corresponde con una realidad brutal y descarnada que ha tomado a como blanco a la población económicamente activa en lo que se ha dado en llamar mercado extorsivo, del que son objeto probablemente unos 30 mil negocios y establecimientos formales e informales en el municipio de Acapulco. De ese tamaño es el problema.

A ello habrá que agregar que la famélica Policía Preventiva Municipal (PPM) es parte del problema, no de la solución, desde hace cerca de 20 años en que fue infiltrada por el crimen organizado.

Todo esto viene a cuento porque en este espacio se trata de explorar posibles salidas a esta grave problemática que difícilmente será solucionada por el gobierno de Adela Román, aún con la ayuda del presidente Andrés Manuel López Obrador (obviamente tampoco encontrará soluciones a la violencia en viajes a Colombia ni en la contratación de expertos de escritorio provenientes del exterior, a pesar de sus deslumbrantes credenciales).
Un aliado poderoso de la alcaldesa es su secretario de Seguridad Pública, el capitán Gerardo Rosas Azamar, un soldado surgido de las filas de la Infantería de Marina, experto en temas de inteligencia, quien parece estar comprometido con su investidura y su responsabilidad ante la ciudadanía.

Este mando es el único que en la historia reciente le asestó un golpe demoledor a las bandas más beligerantes de Acapulco, cuando el pasado 12 de abril su personal de confianza, con apoyo de la Armada de México y la Fiscalía General del Estado, enfrentaron con éxito a dos grupos nutridos de sicarios que mantenían un enfrentamiento a tiros en la colonia La Mira, lo que terminó con un saldo final de cuatro bandidos muertos y 12 detenidos.
Este incidente, que causó terror entre los habitantes de esa colonia céntrica del puerto de Acapulco, marcó una pauta en el combate real a los grupos criminales, sean de la facción que sean, que se percataron de que la persecución va en serio.

Tiempo después, la captura en Oaxaca de los jefes de la banda denominada Los Virus, que mantenían bajo un régimen de terror a las colonias periféricas más emblemáticas, fue otro golpe contundente, ahora asestado por el personal al mando de Jorge Zuriel de los Santos, el joven fiscal que parece decidido a dar la batalla al crimen.

Si entre el mando de la SSP y el fiscal existe colaboración para golpear a estas infames bandas criminales, sólo ellos lo saben. Pero el resultado es incontrovertible. Por cierto, a estas alturas Zuriel ya debiera informar cuál ha sido el resultado de su gestión y sus trabajos de investigación para combatir al delito, no develando datos personales pero sí precisando las cifras de su labor.

Esa labor tan delicada merece ser reconocida por las autoridades del estado tanto como del municipio, que para el efecto necesitan cerrar filas para combatir con eficacia a las bandas armadas que mantienen en zozobra a la población del puerto de Acapulco, estimada en casi un millón de personas.

Para el caso, aquí van algunas sugerencias para combatir a las bandas criminales sin necesidad de viajar a Colombia:

1. Fortalecer financieramente a la Secretaría de Seguridad Pública municipal. La verdad es que esta dependencia ha sido estigmatizada (con alguna medida de razón) debido a la actuación ambivalente de sus policías, algunos de los cuales efectivamente se han visto implicado con el crimen. Pero en lugar de rescatarla, los sucesivos alcaldes la satanizaron y relegaron en la parte financiera-administrativa. Habrá que ver a sus integrantes como lo que son: seres humanos con debilidades y errores, pero sobre todo con una carga social y laboral abrumadora. Hay que rescatar a la SSP, depurarla de los malos elementos y construir nuevos cuadros de jóvenes policías con todas las prestaciones, garantías y jornales de trabajo apropiados. Es decir, hay que construir la nueva policía de Acapulco.

2. Existe un universo comprobado de aproximadamente 150 mil jóvenes adolescentes que carecen de condiciones de subsistencia digna, estudio, trabajo y futuro. Esos jóvenes, de entre 12 y 16 años, se encuentran en la más absoluta pobreza y cohabitan con ambientes contaminados culturalmente. De esa masa de muchachos miserables han surgido las nuevas bandas -’chapulines’, les dicen en el caló delincuencial- que en los últimos tres años se han integrado al crimen o han formado su propia empresa criminal. Estos jóvenes abandonados por toda la sociedad se aprestan para irrumpir a la vida pública como desempleados sin futuro, subempleados, migrantes en potencia o, de plano, como una nueva generación de delincuentes. No por nada el municipio es el primer expulsor de jóvenes migrantes al exterior. Si no hacemos caso de esta situación, en los próximos tres años la violencia en Acapulco será incontrolable.

3. Construir un plan especial para Acapulco a partir de políticas públicas que cuenten con el respaldo de AMLO, para una atención decidida a los polígonos de pobreza del municipio que ya están debidamente identificados por el gobierno federal. Como ya dijimos, en esos polígonos de pobreza se gesta la nueva generación del crimen. Estos tres puntos debieran ser considerados por el gobierno de la 4T como una prioridad si es que el mandatario de verdad pretende cumplir sus promesas con Acapulco en lo particular y con Guerrero en lo general. El tratamiento para estos polígonos debe incluir la construcción de escuelas, albergues con alimentos para los jóvenes, becas económicas, materiales de estudio y servicio médico. Sería un plan excepcional del gobierno de la República como es excepcional la condición de miseria imperante.

4. Dotar de autonomía financiera suficiente a la Fiscalía General del Estado, que también debe depurar sus filas para garantizar una cabal persecución del delito en todo el estado de Guerrero.
Estas son propuestas específicas que debieran ser tomadas en cuenta por la Cuarta Transformación, en lugar de reírle el chiste a una alcaldesa que viaja a Colombia a aprender de otras experiencias, cuando las necesidades en el municipio de mayor importancia de Guerrero -que concentra el 24.5 por ciento de la población total del estado-, son en verdad desesperantes.

Afecta a los reconocimientos y los oropeles, la alcaldesa debiera enfocarse en el combate a la violencia criminal en lugar de hacer preparativos para buscar la gubernatura que, tal como están las cosas, jamás caerá en sus manos.

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