La conspiración

BAJO FUEGO

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Política
Septiembre 01, 2019 14:20 hrs.
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José Antonio Rivera Rosales › codice21.com.mx

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Tan pronto se hizo público que la cúpula chuchista pretendía entregar el Partido de la Revolución Democrática a grupos filo priistas, las diferentes tribus perredistas de Guerrero reaccionaron ante el peligro que se cernía sobre el partido más parecido a la izquierda que existe en México.

Es por ello que cerraron filas, aunque a decir verdad el primero en reaccionar fue el exgobernador Ángel Aguirre Rivero, cabeza de la corriente autodenominada Izquierda Progresista de Guerrero (IPG).

Ni duda cabe que las dirigencias del PRD han cometido errores históricos -entre ellos, la firma del Pacto por México promovido por Enrique Peña Nieto y la promoción de personajes que más tarde estarían implicados en la desaparición de los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa-, pero el peor de todos sería permitir la venta de ese instituto político por parte del grupo encabezados por Jesús Ortega y Jesús Zambrano.

Estos zorros de la mercadotecnia política están claros de que la fase político-electoral del PRD entró en un proceso de declive -con excepción de estados como Guerrero, donde el perredismo sigue fuerte y pujante-, lo que no les permitirá negociar con el poder como oposición legítima al gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Por eso es que pretenden vender la franquicia a grupos filo priistas provenientes de la sociedad civil que, con Gabriel Cuadri y José Narro a la cabeza, buscan renovar membresía e imagen a cambio de sacrificar a una buena parte de la militancia legítima de las izquierdas aglutinadas al seno de ese partido.

Esta propuesta -que, debemos decir, ya es una decisión tomada en la cúpula chuchista- sería debatida en la asamblea nacional del PRD que ocurría este fin de semana, donde aprobarían la presentación de un Manifiesto a la República que pretende sintetizar una postura política frente al gobierno ocurrencial de López Obrador.

Pareciera que este nuevo proyecto político, que de facto dejará fuera de cuadro a la militancia histórica del PRD, ha buscado aglutinar en su seno a todos los opositores al gobierno de AMLO con el fin de combatir la aplanadora de Morena en el Congreso de la Unión.

Con todo, desde el momento en que se trata de una decisión autoritaria en beneficio de algunos egos y fortunas personales, de ninguna manera representará a las masas organizadas de la izquierda ni, mucho menos, a la izquierda social, el patito feo de todo el espectro de las izquierdas en México pero que, de manera insólita, es la que está generando fenómenos nuevos de democracia directa en diferentes regiones del país.

Es por eso que todas las tribus organizadas del PRD de Guerrero de inmediato cerraron filas, a pesar de sus obvias diferencias, para oponerse a esta abyecta decisión de quienes regentean ese partido como si de cualquier congal se tratara.

Y tienen razón las tribus guerrerenses: esta entrega significará en los hechos la muerte de las corrientes partidistas que quedarán fuera en muchos casos de candidaturas uni y plurinominales que con seguridad serán entregadas a los nuevos gerentes. Es decir, quedarán fuera del reparto del poder…y de sus beneficios, claro.

Así que antes de promover alianzas entre partidos con miras a la elección de 2021, las dirigencias tribales tendrán que dar una lucha interna para evitar que el PRD deje de serlo y se transforme en Futuro 21.

(Por la tarde de este mismo domingo algunos dirigentes salieron a informar que el PRD no cambiaría de nombre ni habría modificaciones substanciales en su estructura. Si es así, habrá que ver cómo queda la intentona de los chuchos, los cuadri y los narro que promovían tal iniciativa).

Con todo, este diferendo al interior de ese partido prendió las luces de alarma sobre lo que puede ocurrir en caso de prosperar proyectos bastardos como el que se menciona. Pero al mismo tiempo cabría preguntar: Si no hay cambios en el PRD ¿habrá democracia interna? ¿Habrá, ahora sí, consulta a las bases? ¿Habrá relevo generacional, como sostiene Ángel Aguirre?

El PRD, como otros institutos de izquierda (léase PT y MC) están obligados a actuar con congruencia y honestidad para protagonizar un papel decoroso frente a los embates del gobierno de la 4T, cuyas decisiones navegan en un mar de ocurrencias y descalificaciones contra quienes no piensan como ellos, sean medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales, sociedad civil o pueblos pobres, que son los más esperanzados en la administración de AMLO.

Ya lo decía un dirigente popular que desde hace muchos años coadyuva con núcleos campesinos: ’En materia política es claro que AMLO busca beneficiar a los estratos más pobres, pero en materia económica no queda claro cuál es la estrategia para cambiar las injustas estructuras de producción’.

Es verdad: una investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) demostró que Jóvenes Construyendo el Futuro, el programa insignia de López Obrador, es una verdadera farsa en la que apenas poco más del 3 por ciento de los beneficiados cumple con los parámetros exigidos. Todo lo demás es puro negocio y autoengaño.
Así las cosas, habrá que ver cómo prosperan los acuerdos de los partidos políticos, grandes y chicos, para construir una candidatura fuerte que pueda hacer frente al candidato de Morena, sea éste Félix Salgado Macedonio o Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros.

Cualquier que sean las decisiones que se tomen y los reacomodos partidistas que se pudieran generar, sin duda alguna estamos ante un proceso político electoral inédito que pudiera arrojar un triunfo popular o, por el contrario, devenir en una nueva decepción para las masas.

Hay aquí personajes de responsabilidad histórica ineludible, pero de ello hablaremos en una próxima entrega.
Por lo pronto, vayan haciendo sus apuestas, señores.

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