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Caleta en el pasado

Caleta en el pasado
Turismo
Agosto 22, 2015 09:12 hrs.
Turismo ›
Andrés Mauro Campuzano Marquina › codice21.com.mx

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Tenía años que no venía a Caleta, una parte emblemática del Acapulco de antes. En el pasado, Caleta era la zona de más alta plusvalía, actores, políticos, cantantes, miembros de la monarquía todo non plus ultra convergía en esta parte de Acapulco que les ofrecía privacidad y calma para disfrutar de la gloriosa belleza del puerto. Familiares nos esperan en un restaurant que llega casi al límite de los clientes que puede soportar, pido una mojarra al mojo de ajo pero no se compara con la sazón de la familia Godoy y la señora Kary, la que me traen es comestible pero nada más.

La sombra que nos cobija es proporcionada por un árbol que torció todas sus ramas para cuidar a la gente. Cerca, muy cerca se aprecian las ruinas de lo que fue el Mágico Mundo Marino, antes había sido una exclusiva residencia propiedad de Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente Manuel Ávila Camacho, cuando fue expropiada se convirtió en un Jardín de niños y hoy es un enorme elefante blanco, ningún gobernador o alcalde ha pugnado recientemente por rescatar ese espacio, restaurarlo o crear una atracción que genere empleos, nada.

De los excesos de la política y la prepotencia de un hermano presidencial por erigir una casa en donde nadie tenía una hasta un fallido parque acuático y los años pasan y pasan y no se hace nada por invertir en una zona en la que los turistas provenientes en su mayoría del Distrito Federal tanto gustan.

La gente de Acapulco no visita con tanta frecuencia la playa como algunas personas de otros estados donde no hay mar pensarían y en esta breve visita pude comprobar que no hace falta buscar una tienda para adquirir algún producto pues los vendedores ambulantes ofrecen de todo: lentes, gorras, sombreros, pulseras, trenzas, tatuajes, lociones, aceite para broncear, crema para blanquear, donas horneadas por los rayos del sol, mangos con chile, coctel de frutas, gazpacho, camarones, ceviche, pescadillas, masajes para el stress, masajes para la infertilidad, destapadores, barcos de madera, abanicos, trajes de baño, bikinis, pareos, cinturones, alhajas, bisutería, pescados, agujones, miel, música de tríos, banda, chile frito, culebrinas, aviones, muñecas, bolsas tejidas en forma de Minions, bolsa tejida para el celular, cigarros de la marca Carolina Herrera, sí, cigarros de origen desconocido; churros, tamales, llaveros, empanadas, pan dulce, pelucas, diademas, raspados, globos, cubetas, paletas, algodón de azúcar, pastelitos, pulpas de tamarindo, dulce de coco, salvavidas, sandalias y una veintena de más productos y servicios que bloqueé por salud mental.

Las interrupciones son constantes, es gente que busca subsistir vendiendo de todo…, aquí, lejos quedó la calma y el placer de convivir, es tan estridente el ruido que no se percibía el de las olas del mar.

La obra negra que estuvo firme durante muchos años y que fue demolida durante la administración del gobernador René Juárez Cisneros, para construir una plaza que hasta la fecha lleva más remodelaciones que las cirugías de la Duquesa de Alba, ahora están por añadirles unas raras figuras metálicas por cierto todas ya oxidadas por la brisa que solamente algún hipster con lentes oscuros - por aquello de mariguano seguro- podría interpretar.

Los choferes de los camiones son dueños de estas calles, hacen interminables filas de coches por estar parados esperando pasaje o porque se les da la gana, equipados con luces que aun con la luz día es posible percibir; música de Beethoven, Chopin, Mozart a todo volumen para ellos no existe el reggaetón ni la banda. Ninguna vial está presente salvo ellos, las tiendas comerciales OXXO en estas temporadas perciben ingresos mayores a los que la hotelería pudiera tener, las promociones en la cerveza dan cuenta de ello. Cuando no es temporada turística muchos hoteles rentan sus habitaciones por horas debido a la escasez, pero en temporada es otra historia. Caleta cambió significativamente desde la época de los años cuarenta, se transformó de un nicho exclusivo del poder para ubicarse como la zona de preferencia por la mayoría de turistas debido al bajo costo que ofrece y los múltiples servicios.

Voy a la mitad de la mojarra y un niño se ofrece para cantar y sin esperar la aprobación de nosotros interpreta una versión tropical de Jingle bells: -Santa Clos, Santa Clos, viejo barrigón; le pedí una vieja y me trajo un maricón ¡HEY!

Le agradecemos su melismática voz con una moneda de 10 pesos, arruga su carita infantil desaprobando la cantidad y va a paso lento muy lento dedicándonos otra canción: "Camarón pelao' tú quieres, camarón pelao' te doy…"

Lo único que no vi en esta reciente visita que contrasta brutalmente con los recuerdos de mi infancia fue la de los niños que mueven la panza a cambio de unas monedas, pero luego recordé que por los niveles de obesidad y diabetes infantil que figura México a nivel mundial, esos niños seguramente están hospitalizados.

Acuérdate de Acapulco María Bonita, María del alma le pedía Agustín Lara a María Félix…, de ese Acapulco romántico y de lujo llegamos a uno de garnachas y de comercio informal y la infinita melancolía de la clase política porque regrese gracias a la inercia ese Acapulco de estrellas, poder y lujo.

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