Sr. Director
Lic. Mario Andrés Campa Landeros
Riso; profesor de terapia cognitiva, reconoce ocho estilos afectivos que considera peligrosos para el bienestar emocional de las personas. Estos son: amor hostigante (histriónico- teatral), desconfiado (paranoico- vigilante), subversivo (pasivo-agresivo), egoísta (narcisista-egocéntrico), perfeccionista (obsesivo-compulsivo), violento (antisocial-pendenciero), desvinculado (esquizoide-ermitaño) o indiferente y caótico (limítrofe-inestable). Jael Alatriste, psicoterapeuta, precisa que existe el amor psicosomático.
“Uno de los miembros de la pareja siempre está enfermo y el otro a cargo de su cuidado”, indica. Para Riso reconocer estas formas de amar, a las que califica de insoportables y agotadoras, permitirá a las personas evitarlas si aún no se han enganchado en ellas, o enfrentarlas si ya están involucrados. El psicólogo explica que la persona histriónica-teatral establece relaciones que al principio están impregnadas de un enamoramiento frenético y fuera de control, y después suelen terminar de manera drástica y tormentosa.
Advierte que el amor desconfiado pone a la pareja bajo sospecha y la obliga a presentar pruebas que demuestren fidelidad y lealtad. “Estar vinculado a una persona pasivo-agresiva es tener un movimiento de resistencia civil en casa: sabotaje, insurrección, lentitud desesperante, incumplimiento de los compromisos e indolencia, todo junto es impredecible”, indica el especialista.
Los narcisistas se consideran a sí mismos especiales y únicos, perciben a los demás como inferiores. Advierte que nada satisface a un obsesivo-compulsivo. “La carga del perfeccionismo hace que la relación se vuelva cada vez más solemne, amargada y formal ya que la espontaneidad y frescura serán vistas como una falta de autocontrol de su pareja”. “El estilo obsesivo controla, organiza, establece reglas, ordena y sistematiza todo a su paso, pareja e hijos incluidos”. Este autor aclara que los antisociales son individuos que tienden a violar las normas sociales establecidas. “Son extremadamente impulsivos, irresponsables y, con frecuencia, presentan comportamientos fraudulentos e ilegales”. Afirma que en los desvinculados esquizoides no hay seducción, expresiones cariñosas o acompañamiento. “Únicamente hay un vacío afectivo”.
La persona limítrofe es inestable e indiferente, impulsiva, paradójica, caprichosa, insegura, autodestructiva y con tendencia a crear adicciones.
Psicóloga Marina Castro Ricaño
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