Cuando un amigo se va...


Blancas nos vemos en la eternidad...

Cuando un amigo se va...
Esquelas
Octubre 18, 2021 13:57 hrs.
Esquelas ›
Andy García Jr. › codice21.com.mx

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Recuerdo la primera vez que conocí al entonces desconocido, Esteban Blancas Balbuena. Llegué con un amigo al bar Las Chivas. A algunos les parecía cantina, a otros un lugar de ’mala muerte’, pero era un sitio en que periodistas, policías, fotógrafos y la población en general se reunía para hablar de la cotidianidad que cada uno vivía en sus diversas actividades. Allí estaba el que se convertiría fundador de Códice 21 y un camarada entrañable en mi existencia. Blanquis como le decíamos de cariño.

Blancas era un hombre te tez morena, sonrisa pronunciada, cabello canoso, estatura promedio. Su voz era característica. En un primer momento se escuchaba ’grave’, pero enseguida se tornaba más suave de lo que aparentaba. Allí. En ese tugurio para algunos, pero santuario para otros, Las Chivas, comenzó mi historia con Blancas. Construimos una amistad formidable. La mayoría de las tardes que recuerdo en mis inicios como reportero, nos encontrábamos en las cantinas de la colonia Centro, del ’Tamarindo’ para ser específicos. Aún tengo presentes las burlas de los compañeros por el temor que me representaba introducirme en esos lugares que años antes, pensaba sólo era para borrachos, delincuentes y rameras. Allí donde ’Marinfiel’, como le decíamos a una cantinita de esas de cortinas como se ven en las películas, pero que su solo aspecto te generaba respeto y un letrero imaginario que decía ’si desconoces mejor retirarse’.

Blancas tenía una plática amena. Le gustaba invitar a sus amigos y todas las tardes (entre semana), porque los fines de semana eran para su familia, se reunía con sus cuates de varias décadas. Yo llegué en la que no sabíamos que sería la última, pero que me dejó un legado inolvidable de recuerdos, anécdotas y vivencias que atesoro en mi corazón y que siempre que coincidíamos, rememorábamos una y otra vez hasta sonreírnos con esa honestidad que sólo los verdaderos amigos pueden irradiar.

Una anécdota que siempre contaba, era cuando perdió la dirigencia de la Sección 24, del SUSPEG. Él fue candidato en varias ocasiones, pero mencionaba que en la primera ocasión perdió por muy pocos votos y que eso lo había marcado de por vida. Blancas era un bohemio empedernido. Gustaba de las buenas canciones y de disfrutar de melodías como la que nos decía que era una de sus favoritas, ’Si me dieran a elegir una vez más, te elegiría sin pensarlo’... De Franco de Vita. Lo recuerdo mucho en nuestra etapa en la que visitábamos frecuentemente la pozolería Los Arrecifes. Sitio de grandes aventuras y donde casi siempre me invitaba un cubetazo de ’coronas’ y la botana. Yo en algún momento pude devolver la cortesía y compramos una botella, que en ese tiempo era un lujo, debido a que el dinero era escaso y el proyecto de Códice 21 recién comenzaba como uno de los medios de comunicación digital más prometedores de Guerrero, en el cual se inició como caricaturista y escritor de artículos.

Ya en la última etapa de su vida, nos distanciamos pero jamás perdimos la oportunidad de saludarnos y de abrazarnos como lo que siempre fuimos, dos grandes amigos que a pesar de la diferencia de edad, compartimos un sinnúmero de vivencias que sellaron nuestra vida y que se grabaron en la memoria histórica del corazón.

Con Blancas nos faltó ese último café, como los que después de que le detectaran ese mal que mermara su salud, intercambiamos en lugar de chelas. Recuerdo que todas las tardes por varios años nos veíamos en Toks Cuauhtémoc donde él degustaba su té relajante y a mí me pedía mi tinto americano, el cual de tantos ’refilles’ nos dejaban temblando, pero que disfrutábamos al mismo tiempo que discutíamos la información más relevante del acontecer en Guerrero.

Hoy el cielo llora tu partida Blancas, pero sin duda trascendiste como un hombre íntegro, amable, noble, pero lo que más te definió, fue esa honestidad casi inenarrable, que en cada uno de tus hechos y dichos manifestabas, y que te convirtió en un ser humano excepcional, que dejó una huella imborrable en Acapulco, pero sobre todo en cada uno de los corazones que tocaste y que esperan verte algún día contento en la eternidad. Hasta siempre amigo Blancas...

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