Lo que alguna vez fue un parque público y un símbolo del legado prehispánico, hoy es el epicentro de una transformación que huele más a impunidad que a desarrollo. El paisaje del Barrio de La Conchita, frente al Parque Niños Héroes, se ha convertido en un terreno fértil para el crecimiento indiscriminado de comercios y áreas de entretenimiento que, pese a no contar con permisos oficiales, avanzan como si las leyes fueran solo una sugerencia.
Vestigios históricos bajo cemento y malla ciclónica.
- La construcción de canchas de padel, bares y centros comerciales ha reducido el espacio público a apenas un pasillo, irónicamente llamado "Calzada del perro".
- Vestigios arqueológicos, incluyendo un acueducto prehispánico descubierto en 2007, han sido ignorados y enterrados nuevamente.
- La única edificación protegida por el INAH permanece intacta, aunque rodeada por un cerco que parece más prisión que museo en espera.
La 4T: ambición versus protección histórica.
- Las autoridades municipales, encabezadas por el alcalde morenista Nazario Gutiérrez, aseguran no tener responsabilidad. Sin embargo, los avances diarios de las obras y la presencia constante de empresarios en la zona sugieren lo contrario.
- Los ’juniors de la Cuarta Transformación’ son señalados como usuarios frecuentes del nuevo bar, en lo que parece un símbolo del poder elitista que se erige sobre tierra común.
La resistencia civil, entre demandas y sellos sin efecto
- Organizaciones como NODO 56 denuncian en redes sociales la colocación reciente de sellos de clausura por parte del INAH, aunque sin resultados palpables.
- A pesar de los recursos legales en curso, las construcciones continúan bajo una aparente ’operación hormiga’ que evita el foco público.
Un museo que nunca llegó.
- Hace más de una década, el senador Higinio Martínez prometió instalar un museo en el lugar. Hoy, esa promesa yace bajo concreto, opacada por proyectos que avanzan gracias a omisiones y favores institucionales.
- La frase de campaña de Nazario Gutiérrez: ’Nunca harían nada en contra de Texcoco y su pueblo’ queda como un eco burlón frente al desmantelamiento del patrimonio texcocano.
¿Desarrollo o despojo?
La pregunta que hoy resuena entre los vecinos es clara: ¿qué sigue? ¿Casas, industrias, más centros comerciales? Lo cierto es que si la danza de permisos ilegítimos continúa, lo único que quedará de Texcoco será la memoria de un pasado que fue enterrado por quienes juraron protegerlo.