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Demasiadas páginas para una novela aburrida, pero bien escrita

Demasiadas páginas para una novela aburrida, pero bien escrita
Cultura
Junio 03, 2015 10:14 hrs.
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Norma L. Vázquez Alanís › diarioalmomento.com

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Una novela que evoca las historias rosas de Corín Tellado, con todo el glamour de las detalladas descripciones del vestuario, las joyas, los peinados y los ambientes de la sociedad pudiente de cualquier parte del planeta, pero cuya estructura no es lineal sino que tiene un narrador omnisciente, así como tiempos de desarrollo del argumento entre el presente y los flashbacks extraordinariamente hilados.

Tal es ‘El tango de la guardia vieja’, del escritor Arturo Pérez-Reverte, que comienza en 1928 cuando a bordo de un barco de lujo se conocen la esposa de un famoso compositor español y un bailarín de oficio, dedicado a entretener a las mujeres que viajan solas en el transatlántico… y sacar el mayor provecho de ellas.

En esta obra el autor mezcla el suspenso, la aventura, el sexo y el espionaje en un argumento contado en varios tiempos con la misma pareja protagonista, en el que a veces las situaciones se presentan inverosímiles y otras reiterativas, pero siempre con un manejo impecable del lenguaje.

‘El tango de la guardia vieja’ (Alfaguara, septiembre 2012, 490 páginas) se divide en tres partes: la primera es el tango, un trasatlántico y Buenos Aires; la segunda es Niza y un asunto de espionaje con la Guerra Civil española de fondo, y la tercera es la bahía de Nápoles y un campeonato de ajedrez; es la más aburrida y plana.

Estos segmentos componen un ordenado viaje en el tiempo en el cual se van mezclando pasado y presente para que el lector conozca completamente toda la historia de Mecha Inzunza y Max Costa, en la que un collar de perlas y un guante blanco son piezas fundamentales.

Ella, una mujer hermosa e inteligente, adelantada a su época, aunque sometida violentamente por el marido 20 años mayor, que practica y acepta el voyeurismo, o comparte parejas femeninas y masculinas con la complacencia del músico, quien demasiadas veces la deja sola para dedicarse a sus nuevas composiciones. Él, un hombre forjado a sí mismo, guapo, con talento, gigoló y ladrón fino calculador de riesgos, que consigue introducirse en los ambientes ricos de la época y hacerse pasar por un perfecto caballero a base de astucia e ingenio. Sus encuentros producen chispas, según lo describe el propio autor.

Cabe decir que Max, el bailarín mundano, recuerda a otro personaje de Pérez-Reverte, Pencho Gavira, un elegante, coqueto y rico banquero, por sus manías en el vestir y su peinado liso con bastante brillantina; Mecha también tiene cierto parecido con Macarena Bruner, esposa de Gavira en la novela ‘La piel del Tambor’ (Alfaguara, 1995).

Desde la primera vez que se encuentran a bordo del trasatlántico Cap Polonio -por cierto la parte más rescatable de la larguísima narración- y en cada nueva confluencia, Mecha conduce a Max a hacer cosas que él no concebiría a pesar de ser un rufián, lo utiliza para sus fines personales y aunque le resulta extraordinariamente atractivo, interpone sus intereses, siempre relacionados con el dinero y el bien vivir, mientras que el bailarín sabe que solo puede permitirse el placer, un placer puesto al servicio de tocar el cielo de aquellos que lo tienen todo y aprovechar algo de sus fortunas para sobrevivir, es un aventurero que vive de su sable y su caballo, es un resentido social pero con una dignidad sorprendente en el fracaso.

Y es que durante las tres ocasiones en que sus vidas se cruzan, la ausencia de una realización que vaya más allá de la satisfacción sexual se traslada al confuso trato afectivo que mantienen; es una relación compleja con ramificaciones oscuras y turbias con las que Pérez-Reverte quiere convertir su trama en una variante de la insatisfacción existencial. Es una novela bastante realista, cruda y cínica, en la que a través de situaciones personales de los protagonistas, el autor intenta hacer un análisis de las relaciones de pareja y la decadencia de Europa.

Este texto de Pérez-Reverte es muy visual (música y moda juegan un papel destacado, convirtiéndose en personajes secundarios imprescindibles) lleno de detalles que casi no dejan al lector la posibilidad de imaginar, es como si tuviera delante una fotografía del personaje.

‘El tango de la guardia vieja’ es una novela envuelta en una atmósfera decadente y crepuscular que inunda a los personajes con la neblina de la melancolía provocada por el transcurso de la vida y esa mirada retrospectiva al pasado; una obra con aciertos y desatinos a la que le hubiese venido bien una reducción de al menos cien páginas antes de entrar a la imprenta. Se agradece a Pérez-Reverte cerrarla con un final impreciso, indefinido, abierto.

Post scriptum

Arturo Pérez-Reverte, novelista y periodista (Cartagena, España, 1951) es uno de los autores de mayor éxito internacional en la historia de las letras hispánicas. Desde 1991 y de forma continua escribe una página de opinión en ‘El Semanal’, suplemento del Grupo Correo que se distribuye simultáneamente en 25 diarios españoles. Autor de más de una docena de novelas entre las que destacan ‘La tabla de Flandes’, ‘La carta esférica’, ‘La Reina del Sur’, ‘El pintor de Batallas’ y ‘El francotirador paciente’, así como los siete tomos de las aventuras del Capitán Alatriste; es miembro de la Real Academia de la Lengua Española desde 2003.

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