Un aniversario más

Dímelo tú Pedro, para que lo sepa Juan

Dímelo tú Pedro, para que lo sepa Juan
Cultura
Noviembre 12, 2019 16:48 hrs.
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Daniel Huerta Hernández › codice21.com.mx

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Estamos próximos a un aniversario más de conmemorar el movimiento armado de la Revolución Mexicana, que en el ánimo de los mexicanos lo celebramos de distintas formas, con desfiles, bailables, tradicionales típicos de la música de aquella época, con alegría se comparte con los hijos ,nietos, bisnietos, de estas nuevas generaciones.

Nuestra tradicional suculenta comida, en su gran variedad de diferentes platillos en los Estados de nuestra Bendita Nación Mexicana, no existe comparación; sin olvidar las bebidas que se elaboran sobre todo en casita, claro está que es más fácil adquirirlas ya elaboradas en distinta tiendas.

Mi generación y otras antes del 46 y después del 50, alcanzamos a conocer personajes quienes participaron en ese gran movimiento, quienes lucharon para librarse del yugo del hacendado, de los riquillos y del mal gobierno, que con mano de hierro, los oprimía, existía una gran pobreza la cual sufría un 90% de la población.

En algunas ceremonias conmemorativas a la Revolución en la hoy Ciudad de México, invitaban a los militares que habían sobrevivido, llegaban contentos, eufóricos se saludaban, nunca pude verlos llegar en carros particulares y con uniformes nuevos y relucientes con sus medallas ganadas por su servicio a la causa.

Independientemente, de sus enfermedades propias de su gran edad, con sus uniformes desteñidos, algunos con gorras de diferentes colores, por no tener la del uniforme, con zapatos gastados, algunos con tenis, tal vez por tener problemas de salud, pero existía un común denominador, la pobreza.


Estos hombres que participaban en las ceremonias, estaban registrados y Controlados por la Defensa Nacional, quiero pensar como pensionados, pero los que sobrevivieron en diferentes partes de la república sobre todo en el campo, que después de entregar las armas, no todos alcanzaron su máximo ideal, ’Tierra para el que la trabaje’.

Enfermos, con alguna herida, posiblemente lisiados, con hambre material, por no poder trabajar por su edad. añorando con desilusión el cacareado ideal no alcanzado, HAMBRE DE JUSTICIA SOCIAL, de esas generaciones que lucharon, los que murieron hombres mujeres y niños.

Esos ya no sufrieron, pero los que quedaron, vivieron en carne propia un infierno terrenal, sus ideales por los que lucharon, se convirtieron en polvo y palabras de políticos, que se llenaban la boca al referirse a la Revolución Mexicana, en sus discursos, llenos de ardor como si ellos hubiesen participado.

Descasen en Paz, con un laurel en su frente ante la mirada misericordiosa de nuestro Santo Padre Eterno, esas Generaciones en las que participaron nuestros padres y abuelos, que nos dieron la Paz anhelada, la cual disfrutamos los mexicanos que con trabajo fecundo se ha logrado un México mejor.

Esa paz que ha enriquecido a líderes sindicales, Políticos, que se chupan la riqueza de nuestra patria, y otros, jugando en las vegas perdiendo en una sola ficha seis millones de Dólares, como si fueran cacahuates, otros escalando cargos públicos, para conseguir un ’hueso’ buscando como robar sin trabajar.

Hoy quiero recordar a todas esas generaciones que ofrendaron su sangre y sus vidas en ese movimiento revolucionario, que poco a poco se va apagando con las nuevas generaciones y la tecnología, elevo una plegaria a nuestro Dios Universal, para el descanso de sus almas, y en ella, con amor a mi padre.

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