La ciudad de Uruapan, Michoacán y con ella buena parte de México atraviesa una profunda conmoción tras el asesinato del alcalde Carlos Manzo.
Lo que vemos hoy en redes sociales es más que tristeza, es enojo, impotencia.
El hombre que dio la cara y pidió auxilio
Carlos Manzo era un político independiente, electo en septiembre de 2024, que se ganó el apodo de ’el Bukele mexicano’ por su estilo combativo frente al crimen organizado.
Sus publicaciones en redes mostraban patrullajes, denuncias de campamentos de entrenamiento armado y solicitudes directas al gobierno federal por apoyo. Y lo más duro, en esos mensajes y en entrevistas, él mismo advertía que estaba en riesgo, que ’no quería acabar como otro alcalde muerto’.
Pero el pedido de refuerzos no llegó en el nivel que él necesitaba.
Hoy el clamor en redes es de tristeza, ira e impotencia
En facebook, Twitter, Reddit y otras plataformas se repite el mismo sentimiento:
’Es triste decirlo pero nos sentimos derrotados por la delincuencia organizada… nuestro querido alcalde CARLOS MANZO ha sido 4S3S1NADO, hemos quedado desprotegidos de estos cr1m1nales.’
’Con todo respeto, veo en usted (Harfuch), la esperanza de cambiar el rumbo, junto con usted veía al Bukele mexicano, hoy siento una enorme tristeza por un político mexicano 4s3s1nado".
"Y qué va a pasar con esos bebés que se quedaron sin su papá? Él solo quería un México mejor y no lo voltearon a ver, me hubiera gustado un presidente de la república como él.’
Estas voces reflejan que para muchos Manzo no sólo era un alcalde más, sino un símbolo de la posibilidad de que alguien ’hiciera las cosas bien’.
Un sacrificio que duele
No se trata solo de que un funcionario haya sido asesinado, eso ya es tragedia de por sí, sino de que, como muestran los contenidos digitales, la gente siente que él ’hizo lo que pudo’, que ’puso el pecho’, y aún así, fue abatido.
La narrativa de muchos usuarios: ’Hizo mucho, hasta dar la vida’.
La narrativa de otros: ’Nos ignoraron cuando pidió ayuda, y ahora estamos aquí, solos’.
’Lo dejaron morir. Nunca le dieron el apoyo que solicitó múltiples veces por todos los canales.’
¿Qué seguimos siendo?
Lo que estamos viendo en redes es un espejo de la desconfianza. La ciudadanía ya no espera solo resultados, sino que exige que se proteja la vida de quienes se arriesgan.
La autoridad queda señalada no solo por no actuar, sino por no responder cuando se solicita ayuda explícita.
Y el vacío que deja Manzo trasciende su municipio, muchos lo veían como una señal de cambio que hoy se evapora con su muerte.
Un llamado urgente
Si las redes están expresando esto, los gobiernos deben escuchar con mayor atención: no basta con declaraciones tras el hecho. Los usuarios exigen coherencia, acciones inmediatas, y sobre todo, garantías reales de seguridad.
Y para que el dolor de Uruapan no quede en clamor digital, se requiere que cada nivel de gobierno transforme ese enojo en políticas reales, que ese ’visto en redes’ también sea ’visto en las calles’, con patrullajes, presencia estatal, prevención y justicia.
El pueblo de Uruapan está herido, y con ella gran parte de México. Carlos Manzo era una esperanza; su muerte es un golpe que las redes amplifican con rabia y tristeza.
Que el sonido de los ‘me gusta’, los compartidos, los comentarios indignados no muera en el limbo digital. Que se convierta en un impulso para cambiar la realidad que él intentó cambiar.
#CarlosManzo