El hombre de la pipa a 15 años de su muerte


Alejandro Cervantes Delgado, un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones de políticos

Profesor por hambre y economista por chiripa, según sus Propias palabras

El hombre de la pipa a 15 años de su muerte
Política
Septiembre 17, 2021 09:46 hrs.
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Por Olivia Alarcón M. › codice21.com.mx

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Lo conocí personalmente cuando arribó a la gubernatura, en su primera conferencia de prensa en los inicios de los ochentas. Como única mujer periodista le pregunté sobre la participación de las mujeres en la política y de su avance en dicha actividad, a lo cual me contestó sin titubear: ’ la mujer es el propio lobo de la mujer…’ con lo que avecinaba que no serían muchas las aspirantes en su gabinete o en la administración pública, no obstante, que años más tarde, en 1999 al concederme una entrevista exclusiva mencionó a más de una docena de mujeres brillantes que lo acompañaron en su mandato.
Nació un 24 de enero y murió un día como hoy, 17 de septiembre del año 2000. La admiración nos acercó y pudimos sostener una buena amistad de poco tiempo y por ello mismo, la oportunidad de entrevistarlo ’A corazón abierto, sin bisturí’, la cual fue publicada en la revista Mujeres a la que retomo para recordarlo.

Don Alejandro me reveló, un año antes de entrar al nuevo siglo, parte de su vida personal, esa intimidad de la que pocos políticos extendían a la luz pública, por considerar que solo a ellos y a su familia pertenecía. Era más fácil hablar de política que de sentimientos, pero abordó ambos con la sinceridad que lo caracterizaba. Una historia de bondades y satisfacciones, de alegrías y descontentos, de sueños y realidades, de un hombre correcto, que sabía reír ante un buen chiste y que lloraba por dentro ante el infortunio.

Afirmaba que de niño no le asustaba la oscuridad, en cambio le temía a los cuentos de duendes, de chaneques o de la llorona. Un niño feliz a pesar de las limitaciones y dificultades económicas en el hogar, aunque avergonzado en algunas ocasiones por tener zapatos descosidos que provocaban la inasistencia a la escuela mientras el zapatero los reparaba, ’ah, pero qué rico se sentía meter los pies en los charcos o en lodo cuando llovía…’ decía divertido.

Aseguraba que era un niño disciplinado, alejado de la malicia, estudiante de buenas calificaciones, jugador de canicas y con el propósito de llegar a ser bombero, piloto aviador u otro oficio que lo llevara al heroísmo. Ya en su adolescencia contribuyó a la economía familiar vendiendo refrescos en la terminal de autobuses.

,Su padre fue empleado de gobierno durante muchos años. Fue periodista, corresponsal del Universal y de Excélsior, así como también fundador del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa en Chilpancingo y circunstancialmente ocupó una curul en el Congreso local lo que dio pie a que don Alejandro naciera en la capital del estado.

Por parte de su madre corría por sus venas el espíritu social que ofrece el magisterio, ella lo condujo en esa carrera por hambre no por convicción, ’ hoy tan corrompido y deshonesto, se lamentaba don Alejandro quien estudió en una Normal donde se tituló de maestro con mención honorífica al igual que con la licenciatura en Economía, la que estudio por chiripa como oportunidad circunstancial de elevar su nivel académico que le permitiría en el futuro superarse profesionalmente sin aspirar nunca a ser un hombre rico, ’ simplemente a vivir bien…’

De recia personalidad, apuesto, de extraordinaria memoria y de gran capacidad humana. Gran conocedor de la política nacional, partidario de los cambios, respetuoso de los partidos políticos y de sus militantes, priísta consagrado y solidario con los jóvenes.

Sentada frente a él observaba a un ex gobernador sereno, de admirable agilidad mental, sin regateos en el tiempo, dueño de la sencillez, del lenguaje claro, sin cortapisas en sus repuestas, sin complejos, sin inhibiciones…
Un Alejandro Cervantes mesurado, a veces osado, con esmerado arraigo en la familia donde predomina la solidaridad, asimismo con sus amigos, selectos todos y de los que hablaba con absoluta propiedad porque para él la amistad era ’ la fina esencia de la lealtad’.

El que fuera también diputado federal y senador de la República admitía que por dedazo de José López Portillo fue gobernador, pero también sostenía que tenía atributos para merecer dicho cargo por el liderazgo que mantuvo en ambas Cámaras legislativas y la práctica social al frente de varias dependencias a su cargo como un tributo al servicio público.

En su mandato creó El Instituto Guerrerense de la Cultura, hoy con rango de Secretaría, y su gobierno se desarrolló con paz social, asimismo impulsó y creó El Triángulo del Sol, así como también las contiendas electorales internas. En aquel entonces fueron 8 municipios que cambiaban la estrategia original, reconociendo los riesgos que en ello se implicaban, reconoció que hubo errores, pero también aciertos y fue punta de lanza que sigue aspirando el pueblo de México. Se consideraba un hombre con escala de valores bien formada y siempre tenía como prioridad el diálogo antes que las armas para resolver problemas de cualquier índole sobre todo en la política, no obstante, aseguraba que una persona con sus características debe prevalecer la hombría antes que portar una investidura cuando se atente en contra de la dignidad de la familia y la propia.

A don Alejandro le dolía lo que debe dolerle a los mexicanos, como es la injusticia social que vive México, especialmente en Guerrero. La gran desproporción que existe en la distribución de la riqueza, ’ me duelen esos contrastes sociales que cada día se ven más acentuados’, decía con una voz llena de melancolía.

Dejó muy claro que solo aspiraba a terminar su sexenio como ejecutivo estatal, sino a algo más grande ’ como caminar con la frente en alto por todas las calles de Guerrero y tener el respeto de la sociedad, pero principalmente el de los jóvenes’.

Don Alejandro seguía siendo ese provinciano con mucho apego a su gente. Un hombre que viajó por varias partes del mundo. Que conoció el exterior y no lo sorprendía. Un hombre de gran sencillez, con buen sentido del humor, que no era superticioso y mucho menos creyente del horóscopo, conocedor de la naturaleza humana, sociable, humanitario y sincero, aunque también introvertido, solitario y católico aunque no se parara en la iglesia pero se sabía de corridito El Yo Pecador y El Padre Nuestro. Un político de la vieja guardia priísta, pero con ideas renovadoras. Fiel enamorado de la política, agradecido con su partido al que siempre cuestionó por sus defectos y errores al que perteneció desde su juventud y hasta el último suspiro de su vida.

Un hombre que seguirá siendo un orgullo para Guerrero, un padre amoroso, un fiel amigo y desde luego un gran mexicano que seguía acariciando sueños para un país con mejores condiciones de vida. Por ser un hombre distinguido se le respeta su recuerdo, algunos desean repetir sus hazañas, pero hoy, más que nunca, están muy alejados de esos ideales por los que luchaba siempre Cervantes Delgado, por todo ello descansa en La Rotonda de los Hombres ilustres en la capital del estado.

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