El Igor que yo conozco…


El Igor que yo conozco…
Periodismo
Febrero 04, 2020 07:00 hrs.
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Andy García Jr. › codice21.com.mx

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Sentados a la orilla de una majestuosa pantalla al mar, en su casa de descanso, el reconocido periodista Igor Pettit me inspira a describirle desde mi modesto punto de vista, su trascendental obra de vida.

Escribir de Igor Pettit, no sólo es hablar de un personaje sensible, carismático, talentoso, amable, sincero y brutalmente honesto como lo caracterizan sus amigos. Escribir de Igor Pettit es remontarme a la historia universal misma, a rebuscar a personajes que arriesgaron sus vidas por un sueño, por un ideal, por un anhelo, por un derecho humano. Escribir de Igor Pettit es como él siempre ha dicho, montarlo en el tren de los grandes defensores de las garantías individuales como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela y su personaje favorito, Martin Luther King Jr.

Escribir de Igor Pettit es escudriñarlo con la frase que inmortalizara al gran Martin Luther King Jr. ’yo tuve un sueño’, con la cual antepusiera su vida y lograra el reconocimiento de los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos, algo similar que consiguiera el periodista, cuando ensangrentado en guardia ante el convoy de policías judiciales, enfrentaba la cacería contra la población LGBTTTI y gritaba al sonoro, ’algún día nadie los molestará por su naturaleza sexual’, lo que es una realidad hoy en día en Acapulco y Guerrero.

Escribir de Igor Pettit es analizar a un tipo como todos. Vanidoso, honesto, pulcro, bien vestido y perfumado, incluso al que su esencia (siempre deslumbrante) se percibe a varios metros, pero reaccionante ante las injusticias humanas. Escribir de Igor Pettit es apreciar al hombre que sacrificó su verdadero nombre (Manuel Castillo Jaimes) para renacer en Igor Pettit ’Le Pettit Monster’, como cariñosamente le llama su amigo Robespierre Robles Hurtado. Con sus collares y vestimentas multicolores, su personalidad controvertida, refleja en el fondo sus motivaciones de olvido, de cicatrices, de un pasado de abusos, maltratos y vejaciones que marcaron a un niño llamado Manuel, cuando a la edad de 9 años, jugaba con su hermanito de año y medio, al que atropelló y mató un camión. Ese episodio lo marcó para siempre, al grado de sentirse responsable ante el bulying de que era objeto, para tomar la decisión más dramática de su existencia, huir de su casa para no volver jamás.

Escribir de Igor Pettit es mencionar al sobreviviente de una sociedad homofóbica y machista nacido en Teloloapan, Guerrero hace ya más de 60 años. Limpiándose la boca y parte de la barbilla con una servilleta de papel, relató que cuando era joven, como la mayoría de los gays, admiró a María Félix y a Raphael (yo creo que de él emulé los ademanes que hago), pero también fue amigo de personalidades históricas como doña Elsa Aguirre, Resortes, Yolanda Montes ’Tongolele’, Leticia Perdigón, entre otras estrellas que le demostraron su cariño en los diversos eventos que organizaba en Guerrero, ’El Ángel Dorado’.

Escribir de Igor Pettit es reconocer al reportero que ama a los animales, que se desvive por su mascota Petrusca, el que encontró en el papel, la tinta y las letras, la mejor manera de oponerse, resistirse y defenderse de una sociedad cerrada y falta de respeto por las preferencias sexuales de los ciudadanos. Cuenta que a los 15 años ingresó a la Preparatoria número Uno, de Chilpancingo, donde tuvo que enfrentar los insultos y las agresiones, pero fue en ese ambiente hostil, cuando descubrió la vocación que lo llevaría a dejar huella no sólo en Guerrero, sino en México y a nivel internacional, el periodismo.

Escribir de Igor Pettit es trasladarse al primer defensor de los derechos humanos de los travestis, de los enfermos de VIH (antes aislados), de los encarcelados injustamente, de los oprimidos, de los abandonados, de todos aquellos que sufrían vejaciones sólo por pensar distinto y a quienes nadie toleraba. Fui testigo cuando fungí como director de la revista Controversia, de varios trabajos que lo catalpultaron a nivel nacional e internacional y que le dieron diversos reconocimientos en España, en ciudades como Andalucía, Zaragoza; en Estados Unidos, en Atlanta, Chicago, Nueva York, Los Ángeles; en México, en el Senado de la República, la Gendarmería, organizaciones de locutores, de derechos humanos, en fin, una historia de triunfos de más de 40 años de trayectoria reporteril.

Escribir de Igor Pettit, les guste o no, es comprobar que a través de su labor periodística, ha logrado la salida de mucha gente de la cárcel como la pareja Eréndira y José, el caso de Samuel Reséndiz, de Ana María Ramírez, la autoviuda, entre otros. Incluso el propio periodista Fernando García (en programa de radio en vivo), quien estuvo más de 17 años preso, comentó que Igor nunca lo dejó solo, mientras los que se decían sus amigos, lo abandonaron a su suerte.

Escribir de Igor Pettit es descubrir que el amor no tiene límites porque relatan sus allegados, es el mejor hermano, el mejor tio, el mejor sobrino, el más espléndido padre, porque cuando se dio cuenta que su árbol de su vida no daría frutos, observó que en la calle, había frutos sin árbol, a quienes cuidó, crió y educó para ser buenos seres humanos y multiplicarse en sus dos adorados nietos, sus amores incondicionales.

Escribir de Igor Pettit es escuchar sus múltiples anécdotas mientras sonríes y te roba una carcajada. "Yo soy de la generación que competía para sobrevivir, donde aprendimos a rehuir del ataque. Yo por ejemplo, para entrar a clases en la Prepa Uno, si llegaba tarde, ya sabía que me agarrarían a golpes, así que teníamos que espiar que no estuviera la bola de cabrones en los pasillos y sólo así salíamos al recreo. sabíamos que nos iban a chingar, y aquí quiero hacer una mención de nuestras eternas defensoras de los gays, las mujeres. Quedábamos con ellas a la hora del recreo y eran las primeras que le daban la cachetada o el jalón de greñas al muchacho que nos molestaba", rememoró Pettit.

También recuerda cuando el entonces gobernador Ángel Aguirre Rivero lo presentó con el hoy secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, ’Ángel quien es ese personaje que se viste tan extravagante, ah, es Igor, enseguida te lo presento. Mucho gusto señor permítame su mano, mire aquí veo una silla presidencial, dice Marcelo, a poco. Sí. Pasaron los meses y Marcelo e Igor se reencontraron en otro evento. Oiga usted dijo que veía una silla presidencial y ni si quiera fui candidato, bueno yo le dije que veía la silla, pero no me dejó terminar, que no era para usted’, se carcajea Igor, al mismo tiempo que mueve su rostro al cielo.

Escribir de Igor Pettit es resaltar al sobreviviente de una sociedad discriminatoria, que impulsaba tal vez sin quererlo, a que los gays no realizaran una carrera universitaria, ’resultaba difícil soportar las agresiones, además de sobrevivir también a la falta de información, ya que vivimos una época en que teníamos relaciones sexuales sin preservativo. sobrevivimos al SIDA’, acotó.

Escribir de Igor Pettit es contextualizar las palabras ’A lo grande’ y ’Si no tiene miedo a la censura, apague la luz y quédese conmigo’, con las que comienza su exitoso programa de radio, admirado por mucha gente por su calidez humana, pero sobre todo por su amplio espíritu de labor social.

Escribir de Igor Pettit es encumbrarlo con varios periodistas que lo han marcado a lo largo de su trayectoria como don ’Pedro Huerta Castillo, ’otro comunicador que recuerdo con mucho cariño es a Javier Cordero, Carlos Ortiz y a los políticos Rubén Robles Catalán y don Juan Alarcón Hernández, cuya amistad y enseñanza me marcaron para siempre’, manifestó.

Escribir de Igor Pettit es colocar la palabra amistad en la más sincera de las definiciones. Es solidario con el gremio. Amable, pero también defensor implacable cuando de injusticias se trata, como ocurrió con el video viral que se difundió en redes sociales cuando se enfrenta a unos policías de Acapulco, donde además de recibir cientos de mentadas de madre, también recibió miles de mensajes de respaldo que le valiera ser invitado por miembros de la comunidad LGBTTTI a una gira por Centroamérica, como ícono mexicano de la diversidad sexual.

Escribir de Igor Pettit es situarlo en el terrero de la política, donde nos puede dar una grata sorpresa... Su nombre una vez más, se escucha con frecuencia en los pasillos de diferentes partidos políticos, para convertirse en el primer diputado abiertamente de la diversidad sexual en México, sólo esperemos que en esta ocasión, acepte participar por la postulación.

Después de un largo sorbo de agua para digerir la suculenta comida que consumía, Pettit argumentó que como dijo Porfirio Muñoz Ledo, ’cuando un hombre está cerca de la muerte qué le puedes dar o quitar, lo único que puedes hacer, es agradecerle a la vida por cada aliento, por cada sonrisa, por cada caricia, por cada abrazo, por la oportunidad de ver un nuevo día ascender al sol en el maravilloso mar de Acapulco’, concluyó.



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