Entrevistada en patio de su casa, bajo la fresca sombra de un árbol de almendro Mariana Nava Diaz de 45 años, abrió su corazón y comenzó a detallar la desgarradora historia que vivieron miles de personas en el mundo, a consecuencia de la pandemia, en donde en menos de una semana murieron su hermana, Ana María de 65 años, y su madre Aurora Soto, de 82. La primera por complicaciones de parkinson que padeció desde los 20 años y su progenitora por Sars-coV-2 o Covid-19.
’Mi madre de por sí ya era una persona vulnerable; teníamos que ir cada tercer día a la clínica para que le hicieran hemodiálisis, sin embargo, la negligencia y malos cuidados en las máquinas donde le hacían el procedimiento, provocaron que contragera covid-19 y sin niguna otra opción la aislaron en el ’covinario’ en el mismo hospital, ahí yo creo que fue negligencia médica por tantos pacientes y murió un mes después’, contó con la voz entrecortada.
Y continuó ’Mientras vivíamos con la zozobra de ver que la salud de mi madre no mejoraba, Ana María, (mi hermana) de la nada comenzó con complicaciones del parkinson, tuvimos que internarla el 10 de agosto porque le daban convulsiones, a pesar de que tenía bien controlada la enfermedad por lo mismo que se la detectaron muy joven, ella era muy cuidadosa con su alimentación y sus medicamentos, pero aún así murió el 14 de agosto.
Mariana contó que la velación de su hermana se hizo de manera tradicional, y que fue muy doloroso para la familia pues era un desceso completamente inesperado, dijo que su actitud ante la vida siempre fue positiva y que sin lugar a dudas era su mano derecha en todos los proyectos que emprendía, sin embargo, aún con el dolor por el desceso de su hermana mayor, su madre se debatía entre la vida y la muerte, ya tenía más de 20 días en el hospital, en aislamiento de su familia, pues solamente la llegaron a visitar dos veces, esto por las medidas precautorias del hospital.
Sin embargo, justo a los dos días, el 16 de agosto “nos hablan del hospital para decirnos esa noticia que no estábamos preparados para enfrentar, mi madre había muerto” sollozó.
A punto del llanto, Mariana, narró que el vivir una situación como esta es compleja, “debes extremar precauciones en el hogar, cargar con sustancias que te desinfecten en todo momento, vitaminarte, medicarte y además de todo, pedirle a Dios para no dar positivo en las pruebas de covid-19, es vivir con el miedo constante a la muerte, pues en nuestra familia dos personas ya se habían ido, además de conocidos, la angustia es muy tormentosa” dijo.
Mariana junto a su familia enfrentaron ambas perdidas, no obstante, la matriarca (su madre), no fue velada, ni despedida de su casa, no hubo velación ni misa de cuerpo presente, se fue del hospital directo al panteón, personal de la funeraria debidamente capacitado con trajes especiales aplicaron el protocolo para que nadie pudiese acercarse al cuerpo de Aurora que se fue sin saber que su hija se le había adelantado y sus restos yacían en la misma tumba.
A dos meses de haber perdido a sus compañeras con quienes vivió y la esperaban después del trabajo, refirió que se encuentra con sentimientos encontrados, sobretodo por el anuncio de las autoridades sobre el cierre de los panteones.
Aunque reconoce que esta medida es “buena”, porque con ello se evitan los contagios masivos... para toda su familia es muy duro no poder desahogar su dolor en la tumba donde descansan su hermana y su madre, “no hubo flores, no enaltecimos su memoria en su lecho de muerte”.
Para Mariana, el pesar más grande es no haberle dado cristiana sepultura a Aurora, su madre, pues por protocolo de las autoridades, los fallecidos por coronavirus deben ser incinerados, sin siquiera ser vistos por última vez por su familia y amigos.
“Pesa mucho sabes, estás acostumbrada a visitar a tus seres queridos, en mi caso, mi padre, mis abuelos, tíos, hermanos y ahora mi madre, es difícil saber que no le podré llevar flores, ponerles sus coronas y veladoras, la verdad me parte el alma, aunque trato de estar tranquila, por que les dí lo mejor de mi y todo lo que pude en vida, espero que donde estén me perdonen por no ir a verlas y comprendan que no es por que me haya olvidado de ellas tan rápido, si no por la pandemia”.
Actualmente, la cifras de casos en México son alarmantes pues rebasan los 860 mil 714 casos confirmados y van más de 86 mil 893 defunciones en todo el país, por lo que la pandemia continúa en fase tres, con semáforo naranja. A nivel mundial se estima que son más de 46 millones de personas contagiadas y más de un millón y medio de personas fallecidas.
La dirección de panteones y velatorios de Acapulco, que representa Gerardo Sánchez, ha pedido a la población tener paciencia, aunque reconocen que el “Día de Muertos” es una de las tradiciones más importantes en Mexico, la situación actual no permite ningún tipo de reunión pues han dicho que no debe haber algo más importante que la preservación de la salud de la población, por ello, el funcionario público asumió que la medida de prevención más efectiva para evitar la propagación del Covid-19, es que los panteones del puerto permanescan cerrados lo que resta de este 2020.
Gerardo Sánchez explicó que "para evitar un rebrote en la población de covid, se determinó el cierre de los cementerios a partir de octubre y se valorará el próximo año la fecha de apertura para los visitantes y las medidas sanitarias que se puedan implementar", así lo mencionó en entrevista a medios.
Los acapulqueños, en su mayoría al ver el cierre de panteones optaron por mejorar la ofrenda que se pone en casa, y aunque estén cerrados los panteones, han activado la economía con la compra de las tradicionales coronas y veladoras para que en cuanto se reabran los camposantos puedan decorar las tumbas de sus seres queridos.
Si bien es cierto que muchas personas no colocaron ofrendas por la inversión que la tradición conlleva, pues se valora que una ofreda cueste hasta 500 pesos, ciudadanos han asegurado que hoy el altar es un lujo.
Otros afectados son los campecinos que en estas fechas cosechan rollos y rollos de flor de cempasúchil y terciopelo, la consecuencia del cierre de panteones es que se han quedado con la gran mayor parte de flor, debido a que la ciudadanía disminuyó significativamente la compra respecto a años anteriores.
Por su parte Lideralis Terraza vendedora de flor, aseguró que sus ventas cayeron en un 50 por ciento, situación que afecta fuertemente su economía familiar.
"Nos esta yendo mal, el 10 de mayo no pudimos vender nada, nuestra flor se dañó esperábamos esta temporada para recuperarnos un poco, pero ve la gente no compra, no tienen dinero y si llevan es poca porque no la pueden llevar al panteón", declaró con cierta preocupación.
Y aunque en 2008 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró el primero y dos de noviembre como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, debido a la importancia y trascendencia de las tradiciones prehispánicas, pues se cree que las almas de los fallecidos se unen a esta reunión para abrazar a sus seres queridos y disfrutar de la comida que les traen en esta colorida festividad, la pandemia por Coronavirus ha roto toda tradición,m y convivencias de todo tipo, no sólo en México, en gran parte del mundo, sin que a la fecha se vea el final de esta cadena de contagios.
Finalmente, Mariana tajantemente dijo que el coronavirus no es un juego, que el ver alguien en la calle con careta o gogles es una persona que cuida su salud y es una signo de amor para su familia para que nadie sea víctima de esta enfermedad que se desató en China, por eso llamó a toda la gente a darle más valor a su vida.