La inseguridad y la crisis económica, los principales retos

EL DESAFíO DE ASTUDILLO

EL DESAFíO DE ASTUDILLO
Política
Noviembre 01, 2015 09:18 hrs.
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Miguel Ángel Arrieta › codice21.com.mx

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Ante casi un centenar de inversionistas, empresarios, profesionistas, comunicadores y académicos, el hoy gobernador Héctor Astudillo Flores, resumió en un concepto multifuncional el significado que representa para él la responsabilidad de gobierno que inicia a partir de este día: “Desafío, eso es lo que verdaderamente es para mí este trabajo que me encomendaron los guerrerenses”, dijo el mandatario estatal tres días antes de iniciar su sexenio, a los integrantes del Consejo de Desarrollo Económico y Seguridad Pública de Guerrero que encabeza el notario Jorge Ochoa.

El término “desafío”, atrapado al vuelo por muy pocos de los ahí presentes, entraña una extensa serie de interpretaciones pero visto desde la perspectiva del propio Héctor Astudillo, constituye la columna vertebral de la que derivará su propuesta de gobierno, y alrededor de la que diseñará el trabajo de reconciliación y relanzamiento de la entidad luego de la década perdida por gobiernos perredistas.

Por lo pronto, el desafío al que se refirió el nuevo gobernador de la entidad incluye tres complicadas rutas por las que obligatoriamente debe transitar el gobierno guerrerense para no extraviarse en la aparente simplicidad de convertirse en administrador de la crisis económica y social que envuelve al estado.

Iniciar el sexenio con semejante tendencia equivale a crear pronósticos de no pretender resolver el profundo conflicto registrado en Guerrero.

La definición de las tres rutas a seguir sigue un ritmo uniforme de prioridades:

1.- Astudillo Flores encara como nunca antes gobernador alguno el desafío de lograr equilibrios integrales en todos los campos de trabajo de la entidad, para armonizar gradualmente el estado y orientar el territorio hacia zonas de confiabilidad social. Esta ruta incluye necesariamente el diseño de una agenda de seguridad pública con objetivos tangentes. La seguridad pública debe estar sustentada en resultados, no en proyecciones o en niveles de percepción mediática.
En este tema es donde mayores fracasos obtuvieron los gobernadores perredistas de la última década, y gran parte de la tendencia ciudadana que se movilizó en las urnas para darle el triunfo al PRI en Guerrero, nace de la expectativa generada por la propuesta de “orden y paz”.

2.- La ruta de la recuperación económica y la elevación en índices de calidad de vida se desplaza sobre escenarios de alto riesgo por estar estrechamente ligada a las debilitadas finanzas presupuestales asignadas a esta entidad. En ese sentido, por un lado Guerrero se mantiene en un punto de congelamiento localizado entre las últimas entidades atractivas para inversionistas, y en la otra cara de la moneda el gobierno de Rogelio Ortega entrega un déficit de 18 mil 500 millones de pesos, equivalente casi al cincuenta por ciento del presupuesto anual asignado a esta entidad.

Es decir, el crecimiento económico, las bases de un mejor bienestar social, la reinserción de los destinos turísticos en el mercado internacional y el impulso de una infraestructura carretera capaz de alentar la productividad agrícola e industrial, entre otros factores básicos para lograr un despegue económico, representan propuestas cercanas a guardarse en espacios utópicos y anhelos surrealistas.
En esta línea se inscribe también el desafío de superar la trágica realidad subrayada en los reportes de la Coneval, que ubican a Guerrero en penúltimo lugar en cuanto a población en situación de pobreza extrema, y último sitio de erradicación de niveles de desigualdad social.

3.- El desafío de imprimir credibilidad y construir las nuevas bases de convivencia política constituye un tema igual o más complicado que los dos anteriores. Reducida a cenizas y convertida en el principal combustible en la crisis detonada a raíz de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, la desconfianza generalizada que prevalece en Guerrero requiere de una amplia estructura social y reformas de contenido político, para lograr su paulatina desactivación.
Contradictoriamente, Guerrero se mueve en escenarios sobre los que los políticos mantienen un doble discurso con fines distractores. Esta entidad es de las que el Congreso local camina en sentido contrario a los intereses de la población y mantiene una conducta abyecta frente al poder ejecutivo estatal.

Las consecuencias de semejante desvaloración en la representación política son espeluznantes. Lo peor es que Guerrero ha entrado en un capítulo en el que la denominada izquierda promueve disimuladamente estrategias para exonerarse de la tragedia ocurrida en Iguala en septiembre del 2014.

En el fondo, el desafío al que se refirió Héctor Astudillo es en realidad un monstruo de mil cabezas.

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