Se ha puesto de moda mostrar desacuerdo? Durante diciembre de 2024, hubo aproximadamente 20 movilizaciones registradas periodísticamente en el estado de Guerrero. La ciudadanía experimentó una intensa actividad social, reflejada en marchas, bloqueos y protestas que involucraron a diversos sectores de la población.
En Chilpancingo, los normalistas de Ayotzinapa protagonizaron varias movilizaciones, incluyendo un mitin frente al Congreso (10 de diciembre) y el bloqueo de la Autopista del Sol (6 de diciembre).
Paralelamente, vecinos bloquearon calles para demandar agua potable (12 y 17 de diciembre), mientras jubilados protestaron por pagos adeudados (9 de diciembre). En Acapulco, se registraron múltiples bloqueos de maestros en la Costera (4, 16 y 18 de diciembre), así como marchas de comerciantes afectados por el huracán John (13 de diciembre). Otros municipios, como Tlapa, Marquelia y Atlixca, también fueron escenario de movilizaciones, enfocadas en conflictos agrarios, demandas de aguinaldos y exigencias para la construcción de hospitales.
Según el Bando de Policía y Gobierno del Municipio de Acapulco de Juárez, se establece la obligación de notificar a las autoridades municipales sobre la realización de mítines o manifestaciones públicas. El Artículo 30 de este Bando indica:
"Para realizar mítines o manifestaciones públicas se requiere de aviso previo a la autoridad municipal, para que adopte las medidas..."
Es decir, la ciudadanía debe informar que habrá una manifestación para que se pueda implementar un plan de contingencia. Según los artículos 6 y 9 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la libertad y el derecho de reunión garantizan la manifestación libre, pacífica y respetuosa de los límites establecidos por la ley.
Algunas preguntas en torno a esto son: ¿es legítimo aquello por lo que las y los ciudadanos de Guerrero se manifiestan? Una parte de mi conciencia sobre la manifestación entiende que las personas protestan porque, lamentablemente, parece ser la única vía de acción social, pacífica y organizada por la cual son escuchadas. La otra se cuestiona si alguna vez se tiene un plan de contigencia, presiento que no, dado que los bloqueos siempre toman desprevenida a la ciudadanía en vez de estar informada y de tener vías alternativas para que puedan transitar de forma idónea. Además, habrá quien encontró un lugar especial para volverse el o la heroía, la gente se pregunta ’¿Quien quita el bloqueo? ¿Quién sopla el viento que permite despejar el camino, tal como Moisés abrió el Mar Rojo para los hebreos, permitiéndoles escapar del ejército del faraón a través de Dios?’
¿Cuál es nuestro plan de contingencia?
La manifestación es válida, importante y esencial para la democracia, porque la sociedad, al accionar en favor de lo que ningún gobierno o político les ha dado gratis —sus derechos—, ejerce democracia. En este contexto, la proliferación de puntos de vista trasciende la bahía y se discute en las calles y en grupos de redes sociales. ¿Qué piensa cada quien sobre este fenómeno? Hay quienes están enojados porque consideran que las manifestaciones les afectan directamente o porque creen que los grupos de bloqueo están siendo utilizados por intereses ajenos. O simplemente porque esas personas, afectadas o no por las demandas de quienes se manifiestan, quieren llegar a casa y no pueden.
Tal vez lo que genuinamente se necesita es eso: un plan de contingencia, no solo para el estado, sino también para las y los manifestantes. ¿Les servirá siempre la estrategia del bloqueo? Pero claro que no, sólo que, detener la movilidad sí permite que les escuchen porque, de alguna manera, incomoda. Esa incomodidad también sacude la conciencia de quienes son indiferentes, pero que, indirectamente, también sufren o se enojan por la misma problemática que aqueja a la ciudadanía. Al final, es un reflejo de una población desatendida en materia de derechos humanos.
Se vive un infierno en el tráfico causado por un bloqueo, pero se vive un infierno aún más feroz cuando se trata de un hijo o hija desaparecida, cuando pasan meses sin el servicio de agua, o cuando no se recibe el dinero prometido por una empresa o institución que se benefició de tu tiempo. Es decir, la vida misma se detiene para todos y todas cuando quienes nos representan nos olvidan.
Y es aún peor cuando esta forma legítima de manifestación es utilizada por quienes buscan golpear a sus adversarios, porque el abuso de autoridad también se manifiesta en venganzas pueriles. Para nosotros, los ciudadanos, el enemigo común no es quien lleva la cartulina bajo el sol y se planta como un árbol, sino aquello que lo llevó a estar ahí (sea legítimo o utilitario). El enemigo no es el vecino de colonia. El verdadero enemigo es aquello que lleva a una sociedad a enfrentarse al dilema de cerrar la movilidad.
Ese es el verdadero plan de contingencia: unirse a la manifestación, asumir la incomodidad, dejar de buscar a ese enemigo común y reconocerse más cercano, en condiciones, a quienes protestan que a quienes ignoran la protesta. Porque, si no hay paz para unos, no habrá paz para nadie en este país.