LETRAS SUELTAS, ALMA FEROZ

El vetiver de mi vida

El vetiver de mi vida
Política
Diciembre 15, 2025 12:22 hrs.
Política ›
Emireth Bollás Mendoza › codice21.com.mx

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No recuerdo un momento de mi vida en el que no hayas estado. Al tomar tu recuerdo, pienso en aquellas noches en las que, cuando yo no podía dormir, me tomabas en tus brazos y caminabas hasta que lograba cerrar los ojos.

Si pienso en la primaria, recuerdo todas y cada una de las travesuras con las que las maestras te saludaban al recogerme después de clases. Recuerdo tu atención, tu amor y todas las maneras en las que me decías que ’agarrara traza’.

También recuerdo cómo siempre me impulsabas a leer sin parar, a cuestionar sin miedo, a hacer las cosas siempre ’bien y a la primera’, a pensar no sólo en mi beneficio personal, sino en el bienestar colectivo.

La secundaria fue, en ocasiones, la protagonista de nuestra etapa complicada: la rebeldía de una capricornio con la determinación de un sagitario no siempre era una buena combinación. Pero tú, siempre firme, siempre amoroso, nunca desviaste cada uno de mis pasos.

En el bachillerato, definitivamente los bandos estaban divididos: una Emireth que ya tenía el manual para comerse el mundo de un bocado, contra la voz de un papá que no sólo tenía autoridad, sino la experiencia de quien ha enfrentado tanto en la vida, de quien ya sabe no sólo por diablo, sino por viejo.

Estudiar la universidad en un lugar distinto a casa fue una experiencia nueva, pero, aunque yo saliera de casa, jamás dejaste que el hogar saliera de mí, ni yo de él.

Recuerdo los momentos que te hacías —y que a veces no entendía— para que pudiéramos comer y platicar sobre lo que vivía. Recuerdo tus llamadas, tus mensajes.
Y bueno… me llevaría millones de hojas recordando y agradeciendo todo lo que, a lo largo de casi 32 años, has hecho —y sigues haciendo— por mí. Hoy, en tu grandiosa y valiosa vuelta al sol, no me queda más que agradecer al Universo por tener como padre a un hombre como tú.

Sin duda, todo lo que soy y todo lo que me permito ser tiene tus raíces.
Contigo aprendí la importancia de ser lo que digo ser, de defender mis ideales por encima de las situaciones, las tentaciones y la opinión del mundo, y al mismo tiempo, a respetar a quienes piensan distinto a mí.

Tu guía me ha llevado por el camino correcto, por el sendero de quien no se deja deslumbrar por el oro que brilla, ni endulzar por el canto de las sirenas; por confiar y escuchar siempre la voz que guía a mi conciencia.

Contigo aprendí a prepararme siempre, a leer y leer, a cuestionar, a proponer; a dar lo mejor de mí no sólo para mi beneficio personal, sino también para el beneficio colectivo, especialmente de quienes se encuentran más desprotegidos.

De ti aprendo la valentía de alzar la voz y defender tus ideas; de ti aprendo la resiliencia en los momentos complicados; de ti aprendo el amor por las personas que se quieren; de ti aprendo a hacer las cosas con pasión y determinación.

Hoy no sólo agradezco tu vida: la celebro con todo mi corazón.

Celebro que seas mi padre; agradezco ser tu hija.

Hoy sé que tus raíces me guían, me sostienen, me aman y me nutren.
Tú eres el vetiver de mi vida. Raíces que me sostienen.

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