Con apenas 20 años, iba a atravesar lo que ella considera la peor etapa de su vida.
A días de comenzar sus prácticas, empezó a sentir dolores muy fuertes en la espalda. Tuvo que echar mano de medicación para conseguir ir a trabajar. Pero no funcionaron.
Se sentía débil y acabó por dejar la pasantía.
Los dolores fueron a peor, hasta que acabó por ser incapaz de mover las piernas. Y, eventualmente, el resto del cuerpo.
"No conseguía sentir nada de los senos para abajo´´
De acuerdo a su relato, el neurocirujano que la atendió le explicó que una bacteria llamada Staphylococcus aureus, que consigue transmitir enfermedades a través de la sangre, había entrado en su organismo a través de una infección.
"El médico me preguntó si había tenido alguna herida en la nariz o algo similar porque, tal como me explicó, esa bacteria suele generarse en las fosas nasales. Fue entonces cuando le conté que me había hecho un piercing en la nariz el mes anterior".
El médico no dudó, recuerda la joven.
"’El piercing fue la puerta de entrada de la bacteria a tu cuerpo’, me dijo. Escuchar eso me dejó perpleja".