La apuesta que nunca gané


De mi anecdotario

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La apuesta que nunca gané
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Julio 24, 2015 00:15 hrs.
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Mario Andrés Campa Landeros › diarioalmomento.com

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La Apuesta que nunca gané

Mario A. Campa Landeros

Aceptamos la apuesta Era un compromiso de cantina y esos son sagrados -¿Díganlo o no los borrachos?-. Había que cumplir “o se te pudre la garganta”. Entre copa y copa llegamos al acuerdo de escribir cinco artículos “especiales”, dirigidos a la juventud. Se publicaran o no. Claro, lo ideal era que salieran a la luz pública. Los cuatro compañeros quedamos de leerlos la siguiente ocasión en la misma cantina. Fijamos un plazo de un día. No habrá vencedor ni vencido, coincidimos.
Fui el primero en terminar.
SALUDOS
“El mundo en que vivimos es un mundo maldito, un infierno, donde la vida sólo subsiste gracias al exterminio de seres inocentes, donde todo éxito, toda fortuna, tiene su origen en la miseria y el sufrimiento de otros, en la explotación de los bajos instintos o vicios, en el aplastamiento de los débiles y la explotación de los buenos y justos.
Buscar la felicidad en este mundo es un error fatal. Recordemos que “el que ama su vida pierde, pero el que aborrece su vida en este mundo la conserva para la eternidad”.
En la vida se desprenden tres cosas:
1. No hay que amar este mundo porque no es digno de ser amado.
2. No hay que amar tampoco nuestra vida, en cuanto producto y cómplice de este mundo y…
3. Hay que buscar un mundo mejor, superior a éste. No se trata de un reino físico sino espiritual; tampoco de un reino externo sino interno, ubicado dentro del ser humano; “en su propio corazón”.
No hay tiempo que perder. El tiempo se nos está yendo de las manos. Es necesario hacer el más grande esfuerzo, pues el objeto lo justifica…Hay que ir al fondo de nosotros mismos, al propio corazón, donde encontramos a Dios, cuyo reino está ahí. Sólo que para llegar hasta allá tenemos que abrirnos paso entre la más terrible maleza, dentro de la cual existen las espinas más despiadadas, las alimañas más ponzoñosas, las fieras más asesinas y los precipicios más inesperados. Y todos esos obstáculos del camino los hemos puesto nosotros mismos: es nuestro egoísmo que se disfraza de mil modos, nuestros vicios, defectos, errores, torpezas, debilidades, miedos infundados…
Ese reino está dentro de nosotros.
Sin embargo, el panorama es aterrador. Días y meses pasan y nos quedamos iguales porque no sabemos qué hacer. Si no llegamos al fondo de nuestro corazón de nada vale todo el esfuerzo realizado.
Solo hay un camino: el que cada quien decida”.
REVELACION
“La riqueza y el amor se saborean más cuando se está más arriba que todos.
En las relaciones dulces y tímidas, el amor comienza así, apoderándose rápidamente y con más fuerza, a medida que es más débil el espíritu que domina.
Un don Juan… ¿Qué es un simple don Juan? Un reyezuelo de salón, una potencia de retrete que se eclipsa delante de un guerrero afortunado, delante de un millonario bestia. Y aún muchas veces delante de un hombre de talento, que es mucho decir. Un don Juan tiene que ocultar en el misterio la satisfacción de su dicha, y cuando la hace pública, se limita a recibir incienso de una pequeña corte de aduladores vulgares, que son al gran libertino lo que los lebreles son al cazador, es decir, que sólo lamen la mano para obtener restos de la presa.
¡Eso es fastidioso!
Muchos dirán: Yo he recogido demasiadas flores en el campo del mundo, para querer arrebatarle a una mujer esa pequeña rosa…
Pero no conocemos a las mujeres en sus diferentes fases. Las hay que mueren de amor; pero que no son capaces de revelar con una palabra, con una mirada, la pasión que las devora. A éstas es preciso responderles, adivinarlas, leer en el libro de su semblante y abrir su corazón con la llave de la primera palabra. Entonces sabe uno cuánta pasión se encierra en esos volcanes que, como decía Pedro calderón de la Barca, “ostentan nieve y esconden fuego”.
Pero hay mujeres también cuyo carácter impetuoso no les permite disimular la más ligera afección. Apenas les inspira simple simpatía una persona cuando se apresuran a revelársela, hasta con exageración; apenas les antipatiza otra, cuando le manifiestan odio. Se diría que su temperamento dominador no admite oposición, y que desean hacer saber lo que siente a la persona amada o aborrecida, como un mandato y no como una revelación, como un precepto para no ser contrariadas.
Triste destino de las humildes, las taciturnas y las hurañas.
Quien no espera vencer, ya está vencido.
¿MENTIRAS?
“Hay males en la vida que no hay mas remedio que llorar.
Muchos duermen como si tuvieran alma que salvar.
Es inmenso el peso de la vida cuando es muy larga, cuando, como el árbol seco, se ha visto ya marchitarse en cien inviernos cien veces, las flores que nos rodeaban; ¡si comprendieras que entonces se anhela el sepulcro como el blando lecho después del largo y fatigoso viaje!
El cuerpo que envejece, cuando el espíritu es cada día más inteligente y más puro, no es sino el capullo que encierra al gusano que debe pronto romper sus cadenas y abandonar su cárcel incómoda para cruzar el aire convertido en mariposa: entonces la idea de la muerte es la idea de la transformación, de la nueva vida, de la pura existencia del espíritu.
Pero desean levantarse del viejo sillón y pasar a la cama que es el sepulcro de la vida.
He aprendido, y es una verdad, que tener uno al vulgo de tu parte en una causa, vale más que la sentencia de un juez. La maldad se descubre en el semblante, el crimen nos vende.
La mujer en nada de amores necesita de consejos y cuando pregunta algo sobre eso es sólo para buscar votos de aprobación y engañarse a ellas mismas.
No hay cosa que enfríe más un diálogo amoroso que una interrupción larga en el momento de mayor entusiasmo; el placer que no se apura en un solo trago, no es un verdadero placer.
Amores en que se triunfa sin combate y se sucumbe sin resistencia son de poca vida y de poco mérito.
Nunca nos parece más bella y más seductora una mujer que cuando va a pertenecer a otro.
Parece que el sueño se retira más pronto cuando menos deseos se tienen de volver a la realidad.
Las horas vuelan para los enamorados, y siempre creen que se separan demasiado pronto. Vale más el desengaño más cruel que la duda.
¡Y hay quienes dicen que la vida es una mentira!”
DESESPERACION
“¡Pobres de las mujeres que se casan por despecho o desamor!
La pregunta es tan intempestiva que casi no sabemos contestar. La mayoría nunca nos hemos detenido a reflexionar sobre ello. Pero, ¿a que llamamos amor?
¡Amor!, amor es un sentimiento inexplicable, pero irresistible, que lleva nuestra vida, nuestro espíritu, nuestro ser a unirse con otro ser que no es el nuestro, pero que viene a identificarse con nosotros.
Es tan hermoso el amor, que si los ángeles pudieran bajarían al mundo para gozar de él. Ciega nuestra razón.
¡Amor!, es ardiente sed de ver, oír, de acercarse al objeto de nuestras ansias; es locura que trastorna nuestra inteligencia, vínculo de acero a nuestra voluntad.
Amor es el cambio completo de nuestra naturaleza; es el constante tránsito del paraíso al infierno y del infierno al paraíso, es el inmenso goce en que se halla el inmenso dolor; es el infinito dolor que hace gozar; es el deseo de la muerte en la vida y de la esperanza de la vida en la muerte; es la lucha de Dios y de Satanás en el alma del hombre, que ni la explica el que la siente, ni la comprende el que no la ha sentido jamás.
Hay que saber lo que es vivir de una mirada, el corazón se estremece y el fuego circula por todo el cuerpo; saber cómo embriaga el aliento que sale del pecho que palpita por nosotros.
Pero, no basta tener el corazón ardiente, no basta sentir y comprender el amor; es necesario que a quien se ama, lo sienta y lo comprenda también; despertar en ambos la pasión, que explote el venero inagotable de ternura que encierra el alma.
Es necesario amar como se es amado, porque de lo contrario, la flama, por ardiente que sea, se extingue, la fuente copiosa se seca y las ilusiones más floridas se marchitan. ¡Amor! Amor es el cielo de la vida.
PERDIDA
¿Para qué tener las comodidades de lujo si lo malo está en el corazón?
Dios le abre el paraíso a quienes aman.
Martín llamó, y una negrita llegó a abrirle la puerta y le preguntó:
-¿Qué manda su señoría?
-¿Está ahí la Perla?
-¿Qué Perla?
-No te hagas la tonta, tú ama Andrea.
-Sí, señor.
Entra a decirla que aquí la busca el bachiller, su amigo de otros tiempos.
-¿La gracia de su señoría?
-Di como te digo, y no tardes.
La negrita entro precipitadamente, y poco después salió hasta el zaguán la misma dueña de la casa.
Era una mujer joven aún, pero demasiado gruesa; sus facciones conservaban todavía los restos de una gran hermosura, pero en ellas se notaban rasgos característicos de una vejez prematura producida por los vicios y lo desórdenes.
-¡Bachiller!- exclamó la mujer al ver a Martín, arrojándose descaradamente en sus brazos- ¡Qué milagro! Entra, mi bien, que no te he olvidado…
Aquella joven vieja llevaba un traje de colores muy vivos, y multitud de cintas y adornos en la cabeza En el México de 1868 ya no estaba vigente la ordenanza de Felipe II, que prevenía que las mujeres de mala vida vistieran de paño pardo con adornos de picos en el traje, de donde vino aquel refrán vulgar de “andar de picos pardos”.
Terminé mi trabajo y al día siguiente llegué a la cantina. Pedí un trago mientras esperaba a mis amigos. Nunca llegaron. Me quedé con las ganas de comentar mi trabajo. Ahora tengo otros amigos y con ellos comparé mis artículos.
Ahí queda para escarmiento. No vuelvo a apostar.

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