Editorial
Intocable durante cerca de 5 décadas en las que estuvo inmiscuido en campañas inconfesables por parte del priismo hidalguense, a Octavio Soto Martínez no le alcanzó para soportar los embates de la 4T.
Acusado de desaparición forzada durante la llamada ’guerra sucia’, el exfuncionario, que también fue dirigente del PRI en la entidad, fue defendido administración tras administración para no ser enjuiciado.
Y es que aún formando parte de no pocos ’war rooms’ donde se definen las estrategias de golpeteo, se le mantenía con ciertos privilegios no tanto porque siempre cayera bien parado en la definición de candidatos a la sucesión gubernamental ni mucho menos por ser un personaje carismático, sino porque se le atribuía el saber ’cosas’ sobre los principales personajes políticos, quienes prefirieron mantenerlo de su lado antes que enemistarse.
A Soto Martínez se le atribuye la operación de ’inteligencia’ en la entidad, entendida esta como la formación de cuadrillas que espiaran a personajes políticos y no del ejercicio de recursos públicos para procurar la seguridad de los hidalguenses en su conjunto.
Núñez Soto lo quiso jubilar dándole una notaría y Osorio Chong quiso añadir un poco de decoro al otorgarle un puesto menor como director del Centro de Estudios Municipales.
Ni Omar Fayad, que pateaba por doquier los pesebres de las vacas sagradas, se atrevió a quitarle la patente que hasta la llegada de Menchaca, aún poseía en titularidad de su hijo Octavio Soto Hernández.
Hoy se sabe que pese a todo, no se trató de un asunto político sino legal: Soto Hernández enfrenta un proceso por fraude procesal en agravio de la administración pública y por ello renunció a su notaría en noviembre pasado.
Políticamente, Octavio Soto ya no tiene forma de defenderse ante los embates de la justicia provocados por sus excesos en el poder. Prueba de ello es que su mejor aliado al día de hoy, es el actual presidente del PRI en Hidalgo, quien por cuenta propia no podría llenar un solo camión de seguidores, aún queriendo. Es más, aún ’girando instrucciones’ de su jefa política, no podría llamar a personajes menos impresentables que el mismo Soto Martínez.