El hombre bajó del taxi que conducía, después de él, su mujer -que iba en el asiento del copiloto- bajó riendo a carcajadas. El hombre abrió la cajuela y sacó de un lazo. Buscó el rostro de su mujer y tomó a un perrito que dormía en la banqueta, tranquilo, lejos de imaginar lo que se le avecinaba. El hombre se acercó al perro y, de forma apresurada lo cargó y amarró el lazo al cuello del perro. El perro, confundido, se quedó parado, moviendo la cola, en espera… el hombre tomó el otro extremo del lazo y lo amarró a la defensa del auto. La mujer decía incoherencias y celebraba al hombre que subió al taxi y, después de la que la mujer subió, arrancó a gran velocidad. El perro, asustado, corría detrás del auto sin saber qué ocurría. Después de un gran tramo recorrido, el perro se dejó vencer y el auto arrastró su cuerpo. Calles más adelante, el hombre bajó del auto con un martillo en la mano, y atacó al animalito que, para entonces, ya no respiraba. Horas después, uno de los rescatistas avisaba a la comunidad del hecho: el perrito era ciego, los vecinos del lugar lo cuidaban, le daban alimento y cariño.
Parece cuento, pero el anterior relato fue un caso de la vida real. El escenario, calle Financiera, en la colonia Barrio de la Industria Solidaridad, en Monterrey, Nuevo León. Se cuenta incluso con las placas del taxi y una videograbación de los hechos. Los hechos ocurrieron el pasado 15 de noviembre de 2024.
El Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México indicó que, según datos de 2024, recibió más de 4,400 reportes relacionados con animales de compañía en situación de abandono o maltrato; 89% de estos reportes involucran a perros como principales víctimas. México, es lamentable y hasta vergonzoso decirlo, no es un buen lugar para los animales, en específico para perros y gatos que no son sólo víctimas de abandono, agresiones físicas, falta de alimento, sino también son víctimas de la negligencia y del descuido de sus dueños, de quienes se supone deben cuidarlos y protegerlos y que, al contrario, los mantienen en techos de casas, en constante peligro, o amarrados en condiciones insalubres.
En México, se estima que poco más del 70% de los 28 millones de perros viven en situación de calle, esto equivale a aproximadamente 19.6 millones de animales. Las principales causas de esta problemática son, en especial, debido al abandono y, también, la nula sensibilidad y la irresponsabilidad en la tenencia y cuidado. Las entidades que presentan mayores registros de maltrato animal son la Ciudad de México, el Estado de México, Jalisco, Guanajuato, Hidalgo, Querétaro y, recientemente, Nuevo León.
El Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México reportó que entre 2020 y 2022 atendieron más de 17,600 casos de maltrato animal, de los cuales el 87% estaban relacionados con perros. De igual manera, se estima que 7 de cada 10 animales domésticos en el país sufren algún tipo de maltrato, lo que coloca a México como el tercer país a nivel mundial con mayor incidencia de crueldad hacia los animales y el primero en América Latina.
Crueldad, falta de humanismo, falta de sensibilidad. Nuevo León es una de las entidades en donde, de manera no sólo preocupante, sino hasta alarmante, aumenta casos de crueldad contra perritos que viven en la calle y, en este sentido, preocupa que incluso es la misma autoridad la que participa en actos de insensibilidad contra la indefensión de estos animalitos.
Bienestar animal Nuevo León: autoridad insensible, autoridad ignorante, autoridad cómplice del maltrato animal
En Nuevo León hasta los perros votan. Sí, así como usted lo lee: en Nuevo León, México, hasta los perros votan. Los políticos tienen una nueva forma de llamar la atención de los votantes: ya no sólo acarician ancianitos y niños, ahora también cargan perritos de la calle, se comprometen a que ese animalito desvalido que anda bajo el sol de 45 grados de temperatura, bajo la lluvia o padeciendo las bajas temperaturas de invierno, tendrá una vida mejor, todo ello encaminado a lograr votos en las contiendas electorales, todo para lograr la curul, la alcaldía, la regiduría o una diputación.
Cuando logran llegar al puesto deseado, perros, gatos y todo animal que haya participado en la contienda electoral es completamente olvidado, y los amigos, amantes, amigas o comadres, sin mayor esfuerzo, sin compromiso real, sin conocimiento de lo que significa el cuidado animal, ocupan los puestos de las recientes direcciones de ’bienestar animal’, se toman fotos para la prensa besando animalitos, abrazando perros, levantando gatos… Pero sólo para la foto.
Uno de los casos más sonados en las últimas semanas en Nuevo León fue el denunciado en sus redes sociales por Alexs Ventura. La denuncia exhibe públicamente el ’refugio’ que es propiedad de Paulina Quintana, actual directora de Bienestar Animal del municipio de García, Nuevo León. En las imágenes se pueden observar a pericos, gatos, guacamayas, perros y animales exóticos en pésimas condiciones, en un espacio en el que también se dejan ver sin fin de cucarachas; orines y heces fecales por todos lados. De inmediato los reclamos a Manuel Guerra, alcalde de García, Nuevo León no se hicieron esperar, pues fue él quien designó a Paulina Quintana como directora de Bienestar Animal en la administración que recién acaba de comenzar.
En Nuevo León los perros corren peligro. En Nuevo León son los perros quienes reciben la frustración, la carga de violencia contenida por personas frustradas, inconformes con su vida. Para algunos en Nuevo León es fácil desquitar sus enojos con perritos dormidos en la banqueta. Para algunos en Nuevo León no existen escrúpulos para liberar la carga negativa de su vida con ese perro que espera atado al cuello en el patio trasero, viviendo entre su excremento, sin tomar agua, bajo la lluvia, y sin comer. Para el mismo gobernador de Nuevo León, Samuel García, y su esposa, Mariana Rodríguez, los perros sirven para fingir que les importa en algo el bienestar animal, y aplican la parafernalia de adoptar cachorros mientras recorren colonias inundadas por los tormentones, para luego exhibirlos en fotos en sus redes sociales.
Los políticos de Nuevo León no entienden, no comprenden que el bienestar animal exige compromiso y que va más allá de difundir en redes sociales que se adopta un cachorro para ’taparle el ojo al macho’. Los políticos de Nuevo León no saben que no saben que en puestos como ese, el de bienestar animal, se requiere personas realmente sensibles con las necesidades de los animales.
De Juárez a García, de San Nicolás a Apodaca, en El Carmen y en el mismísimo Monterrey, incluso San Pedro Garza García, Nuevo León. En Nuevo León, los rescatistas se deben partir en cachitos para cubrir las necesidades de los perritos que a diario rescatan de quienes los violentan, de quienes los golpean, de quienes descargan su infelicidad en ello. Los rescatistas de Nuevo León, madres de familia, jóvenes, empleados y niños, todos con el objetivo de dar alivio, de dar amor y resguardo a los que no tienen voz.
Las cifras que registra Nuevo León relacionadas con el maltrato y abandono animal son para preocuparse. Se estima que anualmente se sacrifican alrededor de 50 mil animales, aunque se debe aclarar que esta cifra es tan sólo una fracción de los animales en situación de calle que son reportados para captura.
No puedo omitir el caso de extrema crueldad que, incluso, causó indignación en la sociedad: el caso de Luna, una perrita encontrada en condiciones severas de maltrato en el municipio de Santa Catarina.
Ante este lamentable y vergonzoso escenario, las leyes de protección y bienestar animal no alcanzan, no cumplen su función de brindar protección a los animales en Nuevo León. Para este tipo de acciones, para generar programas que protejan a los animales, no existen recursos y, de existir, son tan nimios que no alcanza para cubrir objetivos inmediatos.
Así es, señor lector: en México los animales, los perros, también votan. Sirvan tan sólo para la foto. Los ancianitos y los niños en pobreza ya no son suficientes para las campañas electorales.
Estos mismos políticos que ahora están en puestos de poder, deben tomar en cuenta que el maltrato animal tiene una relación directa con el aumento de la insensibilidad, reflejando y exacerbando problemas culturales, psicológicos y éticos. La desensibilización guía hacia la violencia. Deben tomar en cuenta que si no se sanciona el maltrato animal, tiende a normalizar la conducta violenta, indiferencia ante el sufrimiento ajeno.
Estudios en psicología y criminología confirman que el maltrato animal es una expresión temprana de conductas antisociales, y se asocia con la falta de empatía, un factor clave en la insensibilidad social. Asimismo, quienes maltratan animales tienen mayor posibilidad de cometer violencia interpersonal, esto incluye la violencia doméstica, el abuso infantil, y homicidios.
Cuidado, puede que tengan una bomba de tiempo entre sus manos.