Un comparativo

Propuestas y Soluciones

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Turismo
Septiembre 19, 2020 19:20 hrs.
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Jorge Laurel › codice21.com.mx

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Así es como se conoce realmente a las personas. En sus reacciones ante lo inesperado.
Santiago de Posteguillo (1967- ) Escritor español.

Desde el primer cambio de rojo a naranja, pensábamos que era un naranja rojizo, y el amarillo tenía un tono naranja, con visos rojos. Desgraciadamente la población no ha puesto de su parte en la ejecución de protocolos que permitan contener la pandemia del COVID-19 y hemos regresado al naranja en el semáforo epidemiológico.

El número de contagios se incrementa, debido a que los turistas no quieren atenerse a las reglas. Ellos quieren venir a Acapulco a divertirse y a olvidarse de que hay pandemia. Desgraciadamente en este caso, lo que se haga en Acapulco, no queda en Acapulco, afecta a toda la población que nos visita y a todos nuestros ciudadanos. El número de hospitalizados ha aumentado, hemos llegado últimamente a cifras récord en cuanto al número de pacientes entubados en hospitales. Recordemos que, en los pacientes entubados, la probabilidad de recuperación es pequeña.

Así que, la morbimortalidad sigue incrementándose.
¿Por qué hay tanta diferencia entre la mortalidad resultante en un país como Japón, con la de México? Somos casi el mismo número de habitantes. En Japón hay aproximadamente 127 millones de habitantes. En México hay casi 129 millones. ¿Cuál es el número total casos y de muertos? En México 776,012 casos contabilizados, con un total de 77, 259 decesos y una tasa de letalidad del 10 %. En Japón solamente 77,494 casos totales, con 1,482 fallecidos y una tasa de letalidad del 1.91 %. La diferencia es contundente. ¿Qué está haciendo Japón que nosotros no hicimos? ¿Aquí habrá un mayor hacinamiento? No. La población en Japón, está distribuida en 377 975 kilómetros cuadrados, mientras que, en México, estamos distribuidos en casi dos millones de kilómetros cuadrados. Ese tampoco es el tema.

¿Entonces? Tenemos que ir al análisis de otros indicadores. Uno de ellos son las medidas contracíclicas, para apoyo económico a la población. Desde abril, el parlamento japonés aprobó un presupuesto extraordinario de 25.7 billones de yenes (unos 240,000 millones de dólares) para financiar medidas destinadas a limitar el impacto económico del coronavirus, incluida una asignación de emergencia para cada residente. El coste total de estas asignaciones individuales se cifró en 121,000 millones de dólares, es decir, la mitad del presupuesto extraordinario.

Este presupuesto también se utilizó para financiar otras medidas de apoyo a la economía japonesa, cuyo Producto Interior Bruto (PIB) se espera que caiga 5.2% este año, su mayor contracción desde 2009, según el Fondo Monetario Internacional. Estas medidas forman parte de un plan de ayuda récord anunciado a principios de abril por el gobierno por un monto de más de un billón de dólares. Además de ayudar a los hogares, el plan también tiene por objeto proteger los puestos de trabajo, evitar las quiebras de pequeñas y medianas empresas, apoyar la industria y a ciertos sectores de actividad especialmente afectados por la crisis, como el turismo, privado de los Juegos Olímpicos de Tokio, aplazados a 2021.

¿En qué pudo ayudar el reparto de recursos entre la población? Es simple. Este mecanismo permitió a los gobernadores regionales recomendar a los habitantes que permanecieran en sus hogares en la mayor medida posible. También a algunos comercios no esenciales que cierren temporalmente, aunque de forma voluntaria.

¿Qué otras cosas hicieron diferente? Bueno, el pueblo nipón es muy disciplinado. Y hay un antecedente, al principio la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó la mascarilla solo para el uso médico. Pero a medida que el virus se iba extendiendo por el mundo, su uso comenzó a popularizarse como una medida de protección frente al COVID-19. Mientras los habitantes de distintas latitudes se van ajustando a esta nueva prenda, Japón lleva décadas -incluso siglos- usando la mascarilla como un elemento de su vida diaria.

Cuando alguien está enfermo, por respeto al otro, usa el tapabocas para evitar contagiar a los demás, le dice a BBC Mundo Mitsutoshi Horii, profesor de Sociología de la Universidad de Shumei, en Japón. Pero no es la única razón por la que los japoneses tienen tan instaurado este hábito. No solo es una práctica colectiva desinteresada, sino un ritual autoprotector del riesgo, añade.

¿Otro comparativo? En México el promedio de IQ es de 87, en Japón es de 107. Así que desgraciadamente aquí parece que simple y sencillamente está aplicando la selección natural y tenemos la supervivencia del más apto. Mientras que aquí se desaconsejaba la utilización del cubrebocas, allá ya se estaba utilizando.

El cubrebocas produce un efecto de variolización (una especie de vacuna) ya que, si hay contagio, este es con el menor número de virus y el paciente puede evolucionar con escasos síntomas. ¿Hay remedio? Sí. Nuestras autoridades tienen que hacer varias cosas. 1. Medidas contracíclicas urgentes. 2. Ser agresivos en cuanto a urgir a la población a la utilización del cubrebocas (y de los apropiados, de nada sirven los de tela). Si no lo hacemos pronto. El número ’catastrófico’ de 60,000 muertos se verá pronto duplicado. Además, en términos económicos se espera un decrecimiento de hasta un 10.5 % en 2020, en el PIB. Tenemos que hacerlo ya y en comunidad. Recuerden que solamente Juntos Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.

JLG.
*Falleció nuestro amigo el escritor Octavio Navarrete Gorjón. He leído sus obras. Mi pésame a su familia.

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