Destapando ’corcholatas’

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Gobierno
Junio 09, 2023 09:29 hrs.
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Jorge Laurel González › codice21.com.mx

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Si partimos de la indiscutible razón que nuestra Constitución Federal, es la norma fundamental de todo el ordenamiento jurídico mexicano, la más alta en jerarquía, según lo dispone su artículo 133 y que por razón lógica nada ni nadie puede estar encima de ella, nuestro deber es hacer cumplir sus mandatos y no al contrario poner trabas a sus designios.
Martín Gustavo Moscoso Salas (Doctor en Derecho, docente UNAM).

Según Jaime Cárdenas García, en el contexto interno, los partidos políticos tienen el derecho de organizarse libremente, siempre y cuando no afecten los derechos fundamentales de sus miembros ni de otros ciudadanos, y no perjudiquen los principios democráticos del Estado de derecho. La responsabilidad principal en el ámbito interno radica en respetar la democracia dentro de sus propias filas, lo cual implica contar con procedimientos democráticos y garantizar plenamente los derechos fundamentales de sus miembros. En cuanto al ámbito externo, implica actuar a través de canales institucionales, utilizar medios pacíficos para la lucha política y respetar las normas y los procedimientos democráticos en su interacción con otros partidos políticos.

Algunas personas consideran que la dimensión externa del principio de democracia consiste en el reconocimiento y la aceptación de la convivencia de los partidos políticos dentro de un sistema, así como la capacidad de coexistir con otras fuerzas políticas y respetar la diversidad de opiniones y tendencias presentes.

El Maestro Pablo Lucas Verdú advierte que, para lograr una democracia interna plena en los partidos políticos, es fundamental que esté intrínsecamente ligada a un funcionamiento democrático en el ámbito externo. Esto implica reconocer el pluralismo y el pluripartidismo, así como garantizar la igualdad de oportunidades entre los partidos y respetar los derechos de los demás partidos, promoviendo un juego limpio. También se destaca la importancia de respetar la libertad de creación de otros partidos y de mantener un comportamiento democrático tanto frente a la sociedad como frente al Estado en general.

Para que un partido sea democrático en su interior y esa democracia funciones sin ambages, necesita una fuerte institucionalización, un ejemplo de lo anterior, fue en sus orígenes el Partido Acción Nacional, que vivió cincuenta años en la oposición, antes de ganar su primer gobierno estatal en Baja California (1989), lo que le permitió establecer procesos internos democráticos para elegir a sus dirigentes y a sus candidatos, esto último se perdió en el momento en que el presidente de la república en funciones (Felipe Calderón) designó en términos prácticos a un dirigente nacional y se perdió por completo cuando se terminó la elección indirecta y se llevó la elección de manera directa a los militantes, lo que produjo acérrimos enfrentamientos entre las bases y la consecuente división.
Cómo nos comentaba en sus clases el Dr. Rogelio Ortega Martínez, en el doctorado de Administración Pública y Ciencia Política, lo que funciona realmente es la toma de decisiones de las élites, quienes son las que determinan las tomas de decisiones. Uno de los poderes más importantes de los presidentes de la república del viejo régimen del PRI, era la capacidad de elegir a su sucesor, eso le otorgaba al presidente un poder metaconstitucional que lo fortalecía, hasta el momento en que tomaba su decisión, ya que una vez tomada (salvo que se intentara instaurar un maximato) el poder se disipaba, trasladándose irremediablemente hacia el ungido.

Este poder se desvaneció en el año 2000, el Dr. Ernesto Zedillo si seleccionó al candidato de su partido, pero este sufrió la derrota a manos del PAN, por Vicente Fox, ante el hartazgo de la población en general por las corruptelas de varios de los integrantes del PRI. La extrapolación de las gráficas (en ascenso la del PAN y en descenso la del PRI) se cruzaban en el año 2000, el carisma del candidato Fox, que supo venderse a nivel de marketing político, logró lo demás. En 2006, el presidente Fox, no logró imponer a su candidato (Santiago Creel) y tuvo que aceptar que democráticamente Felipe Calderón ganara la candidatura y finalmente lo apoyó y el PAN volvió a ganar. Felipe Calderón no pudo imponer a su candidato, dado que falleció en un accidente aéreo (Juan Camilo Mouriño) y el repuesto resultó anticlimático y poco carismático y ni siquiera logró la candidatura, fue vencido por Josefina Vázquez Mota, que consiguió un distante tercer lugar en su candidatura presidencial, la restauración autoritaria del PRI, que presentó la figura de Peña Nieto, con un impecable marketing, hizo lo suyo. Peña, no pudo imponer a su candidato, José Antonio Meade y quedó también en un distante tercer lugar.

Ahora, el actual presidente, se presenta hacia el exterior como un fiel de la balanza y un garante de la legitimidad democrática, creando un pacto donde todos deben de pedir licencia y el primero que lo hizo fue Marcelo Ebrard, una contienda en la sombra, donde no habrá debates, donde se busca que no se tenga exposición en los medios que sean críticos al presidente (lo que dejaría el pleno control de la campaña interna a Comunicación Social de la Presidencia) y se pretende realizar una encuesta en agosto. El primer lugar, sería el candidato o la candidata, el segundo lugar, el líder del senado, el tercer lugar el líder de la cámara de diputados, el cuarto lugar tendría un puesto en el gabinete.

Así que, armado el paquete, veremos como pedirán licencia los demás, incluso habrá dos candidaturas de relleno, la de Fernández Noroña y la de Manuel Velasco. Tan intrascendentes que ni siquiera su nombre maneja correctamente el hoy gran elector. El hecho es que la suerte ya está echada, los candidatos atraviesan su particular Rubicón y realizarán una precampaña adelantada, no contemplada por la ley electoral, para elegir con antelación al candidato (a) presidencial del partido hoy en el poder. ¿Podrá el presidente tomar la decisión, sin presiones? ¿Le importará realmente el resultado de las encuestas para considerarlas? ¿Serán estás hechas a modo o con dedicatoria?

Llama la atención que no se considera la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, como un premio de consolación, tal vez porque están conscientes del alto riesgo de al menos perder en la ciudad, así que esa sería una candidatura de sacrificio y no una certeza política. El hecho es que el presidente juega hoy con sus corcholatas, tal vez deberíamos de llamarles botellas, dado que son las que se destapan y lo hace llevando el control, con la habilidad política que le ha otorgado una vida dedicada a la búsqueda del poder. Poder que no entregará voluntariamente.

Recordemos que el poder se ejerce, dado que, si no se ejerce, el poder se vuelca contra ti y te destruye, el presidente disfruta de la utilización del poder y lo hace (propios y extraños lo reconocen) de manera magistral. El sabe, finalmente que solamente Juntos, Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.

JLG.

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