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Diciembre 30, 2023 14:09 hrs.
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Jorge Laurel González › codice21.com.mx

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La resiliencia no se trata simplemente de sobrevivir a la adversidad, sino de aprender y crecer en medio de ella.
Miguel Fernández Caballero de Granada (1495 – 1580) Infante bastardo de Fernando II de Trastámara (El Católico).

Acapulco, tierra de contrastes y paradigmas, ha sido testigo de duras pruebas a lo largo de su historia, desafíos que han puesto a prueba la fortaleza de su gente y la capacidad de sobreponerse a las adversidades. En las últimas décadas, este emblemático puerto ha enfrentado retos colosales que han dejado cicatrices profundas en su tejido social y urbano.
La sombra de la inseguridad ha oscurecido los días soleados de Acapulco, convirtiendo sus playas de ensueño en escenarios de incertidumbre. La violencia, muchas veces alimentada por la desigualdad y la falta de oportunidades, ha dejado una marca indeleble en la vida cotidiana de sus habitantes. Como bien lo expresó Octavio Paz, La violencia es la confesión de la debilidad, la cólera de quien no puede vencer. En el caso de Acapulco, la lucha contra la inseguridad ha sido un combate constante, una batalla que no solo se libra en las calles, sino también en el corazón de una comunidad que se niega a doblegarse.
La pobreza, tristemente, ha sido otra sombra que ha ensombrecido el horizonte de Acapulco. Con la mayor tasa de pobreza urbana en el país, la ciudad se enfrenta a desafíos estructurales que requieren no solo intervenciones inmediatas, sino también una visión a largo plazo que aborde las raíces de la desigualdad. Como señaló una vez Nelson Mandela, La pobreza no es natural. Es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones humanas. Acapulco, con su gente valiente, merece un futuro donde la prosperidad sea un derecho y no un sueño inalcanzable.
Y como si los retos anteriores no fueran suficientes, la naturaleza también ha lanzado su furia sobre este rincón del pacífico mexicano. El Huracán Otis, con su furia desatada, dejó tras de sí una estela de destrucción que marcó un antes y un después en la historia de Acapulco.
Las calles inundadas, los hogares destrozados y la desolación que dejó a su paso son cicatrices imborrables en la memoria colectiva de la ciudad. Sin embargo, como dice la famosa frase de Albert Einstein, En medio de la dificultad yace la oportunidad. La oportunidad de reconstruir, de crecer más fuertes y de demostrar que, incluso en la adversidad, la esperanza puede florecer.
Pero, en medio de la oscuridad, Acapulco ha encontrado destellos de luz. El turismo, que durante mucho tiempo fue el sustento de la ciudad, ha sido un pilar fundamental en la reconstrucción. Aunque las cifras no son las que quisiéramos, el turismo solidario ha sido una realidad, con visitantes que eligen Acapulco como destino a pesar de las dificultades. El turismo es una de las fuentes más importantes de ingresos y empleo en muchas partes del mundo. Puede ser también una fuerza para la comprensión mutua, la paz y la prosperidad, afirmó Ban Ki-Moon, y en Acapulco, estas palabras cobran un significado especial.
Las autoridades federales, estatales y municipales han puesto en marcha esfuerzos, aunque a veces insuficientes, para enfrentar los retos que aquejan a Acapulco. La colaboración entre diferentes niveles de gobierno es esencial, pero la tarea es monumental y requiere de una voluntad política firme y sostenida. La iniciativa privada, por su parte, ha mostrado una ejemplar reacción, entendiendo que la reconstrucción de Acapulco no es solo una responsabilidad del gobierno, sino de toda la sociedad.
Los ciudadanos de Acapulco, con su entrega y solidaridad, han demostrado que la comunidad es el corazón de la resiliencia. En palabras de Helen Keller, Solo a través del servicio encontramos la paz. Y en la entrega desinteresada de tiempo, esfuerzo y recursos, los habitantes de Acapulco han construido puentes hacia un futuro más prometedor.
Acapulco ha enfrentado pruebas que hubieran quebrantado a muchos, pero su gente se mantiene en pie, desafiando las adversidades con valentía y determinación. La resiliencia de Acapulco no radica solo en superar las dificultades, sino en aprender de ellas, en crecer y transformarse para construir un mañana mejor. En el horizonte de este puerto, a pesar de las tormentas pasadas, vislumbramos la esperanza de un renacer, donde la seguridad, la prosperidad y la armonía vuelvan a ser la esencia de esta joya del pacífico mexicano.
Recordemos que, solamente Juntos Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.
Feliz año 2024. JLG.

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