*Las Escuelas del Perdón y reconciliación en Acapulco
Roberto Santos
Las Escuelas de Perdón y Reconciliación ES.PE.RE., son un proceso pedagógico en donde los participantes reinterpretan un acontecimiento doloroso de su pasado, para superar el dolor y los sentimientos de rencor y venganza que limitan el goce de la vida. Esta propuesta permite superar la memoria dolorosa del pasado, realizar procesos de justicia restaurativa y establecer pactos que garanticen la no repetición de las ofensas.
En Colombia se viene popularizando esa experiencia denominada ESPERE, Escuelas de Perdón y Reconciliación, como un aporte importante a la construcción de paz en este país.
Los estudios de violencia normalmente le dan más peso a las causas objetivas: carencias socio-económicas y políticas, que a las causas subjetivas, como ajuste de cuentas, manejo de emociones y entre ellas, las rabias, los odios, rencores y deseos de venganza.
Aunque no se trata de invalidar la conciencia social, sino de encontrar formas constructivas para lograr la justicia y la paz en un escenario desgarrado por la violencia y la muerte.
En este interesante proyecto no se trata de olvidar sino de recordar pero de otra manera.
De hecho, las rabias y rencores individuales terminan acumulándose con el tiempo, no se olvidan, y peor aún para el desarrollo comunitario, las rabias y los odios son también colectivos, étnicos e intergrupales.
“En la encrucijada de estas reflexiones, entendí, dice Leonel Narváez Gómez, que el perdón y la reconciliación no podían continuar como monopolio de las iglesias y de los sacerdotes, por el contrario, era necesario convertirlos en elemento indispensables de la vida cotidiana".
Por muchos años nos habían enseñado a practicar el perdón y la reconciliación vertical (con Dios) y olvidamos el perdón y la reconciliación horizontal (con nuestros vecinos), dice Narváez.
En la Universidad de Harvard, con el apoyo de expertos de varias disciplinas, en el año 2000, Narváez Gómez, consigue hacer realidad la propuesta de las Escuelas de Perdón y Reconciliación, pensando que mientras gobierno e instituciones —con razón— se preocupan en nuestro país por alcanzar la paz política, en el drama de conflicto y violencia que vive Colombia, se hacen necesarias otras iniciativas para construir la paz social en la base de la sociedad colombiana.
Desde el año 2002, en 59 Barrios de las zonas más violentas y conflictivas de Bogotá, Colombia, se vienen implementando las ESPERE. La columna vertebral de este proyecto es la capacitación de animadores. El animador proviene de organizaciones de bases sociales, políticas, religiosas, culturales o es una persona con interés de contribuir a superar las dificultades que la convivencia en sociedad promueve entre grupos e individuos.
Así en Colombia se han capacitado a entrenadores en metodologías de perdón y reconciliación en barriales, quienes a partir del momento de culminación del entrenamiento, inauguraron escuelas barriales de Perdón y Reconciliación. Estas escuelas están conformadas por diez y quince personas que después de una motivación personal por parte del animador, deciden empezar el camino del perdón y la reconciliación.
La capacitación de las ESPERE busca pues llegar a esos espacios del corazón de las personas. Es allí donde nace la violencia y por lo mismo es allí donde puede volver a nacer la concordia y la paz. Los participantes a las ESPERE, básicamente aprenden a elaborar sus rabias, a transformar los odios y rencores, y en fin a promover acciones concretas que lo lleven, no ya al escalamientos de la violencia, sino al perdón y reconciliación.
Esta interesante propuesta social es la que el día lunes presentara el presidente municipal de Acapulco, como un paso más en prevenir la violencia presente en la ciudad.
Con la presencia del Presidente de la Fundación para la Reconciliación, Leonel Narváez Gómez, e impulsor de este proyecto en Colombia, se pretende impulsar este proyecto con la participación de las distintas congregaciones religiosas, en una muestra de interés colectivo por trabajar por el bienestar de la población acapulqueña, integrados en un Consejo Interreligioso.
Narváez señaló que las armas son el fracaso de la palabra y que en Colombia, entendieron que se tenía que dialogar, negociar las diferencias y en pocos meses se firmó el primer acuerdo por la paz, como también se anhela en Acapulco.
Evodio Velázquez demuestra que traer experiencias positivas de otros países puede dar buenos resultados para el puerto; y afirmó estar convencido de que se logrará construir un acuerdo de voluntades entre todos y todas que están en el consejo interreligioso, pero más entre quienes “estamos preocupados por la situación que se vive en Acapulco, Guerrero y en el país".
Enhorabuena este proyecto para Acapulco, lo que demuestra el interés de quien gobernará este municipio por los próximos tres años que la parte humana, la población de carne y hueso, es importante atender y no solo se circunscribirá a realizar obras físicas, olvidando que la población sufre sus secuestros, sus muertos y heridos.